ubo un tiempo en el que cualquier municipio de Gipuzkoa se protegía de invasores gracias a sus imponentes murallas. Con el paso de los años y, sobre todo, con la necesidad de ir haciendo más y más grandes las urbes la mayoría de ellas fueron demoliéndose. “Calculo que en Gipuzkoa el 80% de las murallas se han perdido”, señala el historiador Aitor González, quien ha pasado los dos últimos años analizando y estudiando el estado original y la evolución de las muros guipuzcoanos. Todo ello lo ha plasmado ahora en un libro, Murallas de Gipuzkoa, en el que reúne más de 300 fotografías y recreaciones e incluso pone en duda algunos trazados oficiales.
Tras autoeditar una colección de diez números en torno a las murallas de Bizkaia, el portugalujo Aitor González comenzó hace dos años a interesarse por las del territorio guipuzcoano. “Como investigador me picó la curiosidad y empecé a hacerlo. Son muy parecidas a las vizcaínas, aunque aquí no hay abaluartadas -con baluartes- como sí ocurría en municipios de la zona fronteriza como Hondarribia y Donostia”, revela.
El trabajo de investigación no ha sido fácil. En primer lugar, por la distancia que ha tenido que recorrer, y en segundo, porque la mayoría de ellas no han sobrevivido a nuestros días. “En el siglo XIX se declararon inútiles y se derrumbaron casi todas para hacer más grandes los ensanches de las villas”, revela González. Por este motivo, el historiador ha tenido que bucear en archivos municipales, en tesis y artículos, en muchas ocasiones descatalogados, y en los boletines oficiales de Arqueología e Historia. Además, ha consultado y contrastado la información con historiadores guipuzcoanos y ha acudido a los municipios que aún conservan parte de estas barreras para verlas in situ. “El trabajo de campo ha sido muy importante. He podido sacar fotografías y hablar con la gente del lugar sobre lo que recordaban ellos de cada muralla y de posibles puertas que no existen”, apunta.
El historiador se sorprendió al descubrir que no existe un solo monográfico dedicado a las murallas de Gipuzkoa, más allá de uno exclusivo a las de Hondarribia. “Las murallas hablan del poder económico de los pueblos, de su urbanismo y de su historia. Pero, además, en Gipuzkoa es habitual encontrarse con hornacidas de santos y vírgenes que hablan de los propios pueblos y de sus creencias”, comenta. A este respecto, las que más le han sorprendido son las de Leintz-Gatzaga, que conservan sus cuatro puertas originales con sus hornacidas y que tienen un encanto especial a pesar de ser pequeñas.
No obstante, las mejor conservadas siguen siendo las de Hondarribia -“son hermosísimas y en los últimos años, además, las están arreglando”- a las que le siguen los 200 metros de las de Donostia que pueden verse en el parking de La Bretxa. En total, únicamente el 20% de las murallas del territorio continúan en pie.
nuevas hipótesis
El libro, de 640 páginas, ha sido autoeditado por el propio autor y cuenta con más de 300 fotografías, antiguas y modernas, junto a recreaciones de las villas en la Edad Media, infografías digitales, planos, ortofotos -imágenes aéreas- de los trazados y datos hasta ahora inéditos sobre ellas. “He querido hacerlo muy visual y que la gente pueda ver cómo eran las murallas que ya no existen”, agrega.
Esta profunda investigación le ha llevado incluso a poner en duda ciertos trazados oficiales como los de Usurbil y de Zumaia, para los que ha diseñado un nuevo recorrido que cree más acorde con el que fuera su lugar real. No obstante, el libro recoge los dos trazados para que el propio lector pueda sacar sus conclusiones.
Pero hay más, ya que, gracias a este análisis, González cree haber descubierto un pequeño trozo de la muralla de Usurbil, supuestamente desaparecida por completo. “Es un mínimo trozo, una pared, que creo que puede corresponder con la original”, asegura sobre su descubrimiento.
Estas hipótesis quedan reflejadas en un libro que cuenta únicamente con una tirada de 100 ejemplares que se pueden adquirir en las tiendas Elkar. Una vez la publicación ha visto la luz, y tras 20 años dedicados al estudio de las murallas de Bizkaia y, ahora, de Gipuzkoa, González pretende descansar del proyecto, aunque no descartar dedicarles tiempo a las de Araba o incluso a la de Laredo. “Hay cierto cansancio detrás y me gustaría que el relevo lo tomase otro. Es una pena que no quede reflejada nuestra historia en un único volumen y esté todo desperdigado en varios libros”, concluye.