os reciben tres mastines de un tamaño considerable. Mendi, Bihotz y Maritxu nos dan la bienvenida. A renglón seguido, aparece Joxan Albisu que, muy amablemente, abre la puerta de su casa. Dentro nos espera Mertxe García. Este matrimonio ha estado 35 años al frente de Arrano Etxea que cerrará sus puertas más pronto que tarde. “Entre este mes y el que viene como muy tarde”, comunica Mertxe. Atrás queda “toda una vida” dedicada a la labor del cuidado de todo tipo de animales que llegaban a esta casa particular ubicada en Igeldo.

“Estamos con ganas de que se acabe todo”, reconoce Mertxe. “Son sentimientos encontrados. Por un lado, sí tenemos ganas, porque creo que ya hemos hecho bastante y ya va siendo hora de terminar. Pero, por otro lado, siempre te da pena porque esto forma parte de tu vida”, subraya. Eso sí, es algo que tenían “asumido” desde hace mucho tiempo. “Esto se ha ido retrasando por muchísimos motivos que Diputación sabrá”, analiza. Las circunstancias, refiriéndose al covid, “tampoco han favorecido mucho.” Reitera que era algo que “lo teníamos, no solo asumido, sino planteado hace mucho tiempo, porque Joxan tiene bastantes años y ya va siendo hora”.

  • Lea más: desde un deflín hasta un elanio

“Evidentemente que sí lo vamos a echar de menos. Lo que pasa es que con alegría, en vez de con pena”, asegura Joxan, un amante de los animales desde que era pequeño. “Su ama le ponía boca abajo y le sacaba todos los bichos de los bolsillos”, recuerda Mertxe, para quien el trabajo realizado a lo largo de todos estos años ha sido “muy esclavo”. 24 horas, noche y de día, los 365 día del año. Lo que a ambos le preocupa de cara al nuevo refugio en Urnieta es, precisamente eso, la disponibilidad: “No sabemos qué criterios van a tener, aunque creemos serán distintos al nuestro”, avanza Joxan. “Tenemos esa preocupación por ver cómo se desarrollan las cosas. Eso supone una preocupación y una intranquilidad”, reconoce. “Lo nuestro ha sido por afición, no por dinero. Todos los que van a trabajar en esa nueva finca cobrarán un sueldo y tendrán un horario al que se van a tener que ajustar”, deja claro un Joxan que, en este sentido, vaticina un bajón en el número de ingresos.

Se marchan con la “conciencia tranquila”. “Nuestra vida mejorará en libertad”, coinciden en señalar. “Nuestro trabajo ya está hecho. Empezamos en 1986 y terminamos en 2022, estamos contentos y satisfechos con lo que hemos hecho y es lo que me importa. Si lo hacen bien o mejor que nosotros, bienvenido sea. Yo estaré encantadísima. Eso supondría más vueltas a la naturaleza de lo que nosotros hemos podido hacer. Y si lo hacen mal, sentiré pena, porque los que pagan el pato son los animales, como siempre”, considera Mertxe, “cansadísima” de las peleas administrativas con las que ha tenido que lidiar. En ese sentido, “estoy bastante agotada”, no por el trato y el cuidado a los animales porque “toda la vida hemos tenido animales y vamos a seguir teniéndolos. Es algo asociado a nuestra identidad”, ensalza.

“Hemos hecho lo que se ha podido, no siempre, por desgracia”, lamenta Mertxe sobre su trabajo de 35 años salvando vidas. “Hemos hecho lo que ha estado en nuestras manos y lo que hemos sabido”, puntualiza. Con el paso de los años, ambos han aprendido “muchas cosas”. Y es que “la experiencia te enseña mucho”. De hecho, ambos estiman que es “lo que más te enseña”. Reconocen que han cometido errores, “pero como todo el mundo. Porque 35 años son muchos años, pero el cómputo general ha sido bastante bueno. De eso estamos orgullosos y con la conciencia tranquila”. Destaca Mertxe.

Joxan echa la vista atrás, a los inicios, y se acuerda de los primeros animales que acogieron. Tres águilas ratoneras que tenía en su casa un miembro de la sociedad Aranzadi. “Él vivía en Ordizia y tenía en su casa tres rapaces recogidas de tiro que las había cuidado él. Cuando yo me vine a vivir aquí, se puso en contacto conmigo y me dijo que como yo iba a tener más sitio, me los traía. Así empezamos hace 35 años”, rememora. “La verdad es que su mujer estaba hasta el gorro de las aves”, sostiene entre risas Mertxe. Ese fue el principio, pero “llegó un momento en el que manejábamos especies no legalmente, porque no son especies que un particular pueda manejar y tener. Diputación tuvo que intervenir para darnos una autorización. Firmamos un convenio y, a partir de entonces, esto se fue organizando mejor”. Todo por amor al arte. “Tenemos el concepto de que no podemos cobrar por atender animales silvestres cuando la propia especie humana las ha masacrado. Creemos que es un principio, quizá demasiado ideológico, pero nosotros no hemos querido percibir ningún tipo de ayuda económica”, deja claro Joxan. Los gastos de alimentación, de los veterinarios y de los trabajadores sí que han corrido a cargo de Diputación.

“El cariño hacia los animales ha crecido bastante”

Con el paso de los años, de lo que también se han dado cuenta es de que “el cariño de la gente hacia los animales ha aumentado bastante”, responden al unísono. Eso sí, “tiene que aumentar mucho más”, desea Mertxe. Y esa labor está en la educación medioambiental. “Es mucho más importante una educación medioambiental de los niños en las ikastolas que tener un centro de recuperación. Aquí salvas un número indeterminado de bichos, pero, de la otra manera, tú educas a una generación de gente que va a respetar la naturaleza y eso es lo más importante de todo”, argumentan. Ambos entienden que “cada vez más” se está respetando la naturaleza, aunque “falta mucho”, advierten. No olvidan que “todavía hay bestias, por ahí, que, por ejemplo, disparan a los buitres. Disparan por disparar, porque no hay un Dios que se coma un buitre”, explica Joxan. “Puedo entender que en un disparo de un cazador, puede equivocarse, pero con un buitre no te equivocas. Tiene una envergadura de dos metros y medio. Eso es que le has tirado por tirar”, concluye. Para alegría de los dos, “las proporciones son las que van disminuyendo. Hay más concienciación”.

Pese a todo, Mertxe piensa que “las leyes tienen que ser cada vez más penalizadoras hacia ese tipo de maltrato animal. Ahora han sacado una nueva ley, no es que esté muy completa, ni mucho menos, pero es mejor de lo que había. Poco a poco a ver si vamos tomando conciencia de que hay que respetar, no solo a los animales, sino a la naturaleza en general. Porque el ser humano vive de eso. Puedes poner muchas empresas pero si no tienes naturaleza, te puedes comer los hierros... Es así”, comenta con sorna Mertxe, que agradece el cariño de la gente: “Siempre hay quien te critica porque no está de acuerdo, gente que piensa que no les has atendido bien, porque eso forma parte de todas las profesiones, pero esa es muy poca gente. Lo que nos llega a nosotros es que muy gratificante”, destaca una Mertxe agradecida. “La gente es la que más nos ha controlado, en realidad, más que la Diputación. La gente nos llama para saber y para interesarse por la situación en la que se encuentran los animales”.