- Durante las últimas décadas, viajar y conocer nuevos lugares se ha convertido en una moda. Casi una obligación. Parecía que se trataba de una competición y que iba a haber un premio para el que coleccionase más viajes exóticos. Y cuando no estábamos viajando a destinos singulares, estábamos de finde: un fin de semana a esquiar, otro fin de semana a visitar la ciudad europea de moda... Ha tenido que venir un virus de la otra parte del mundo para que descubramos por fin los rincones de nuestros pueblos.

Una vez finalizada la fase más dura del confinamiento, pudimos salir a pasear por nuestro pueblo. Y claro, como no podíamos pasar los límites del mismo, nos dio por explorarlo. Durante estos días ha sido habitual encontrarse debajo de casa con vecinos de otras zonas del pueblo: -¿Qué haces por aquí? -Pues nada, que he salido a dar la vuelta de las ocho y me he venido para aquí. Qué bonita es esta zona, oye.

En el caso de Urola Garaia, muchos vecinos se han percatado estos días del encanto que tienen los barrios de Legazpi y de Zumarraga, la calle Jauregi de Urretxu, los jardines y parques menos frecuentados... Estos días los hemos mirado con otros ojos. Tras varias semanas sin poder salir de casa, nos parecen maravillosos.

Además, leer un libro a la sombra de un árbol o disfrutar del sol de primavera no difiere tanto de un lugar a otro. Y para un habitante de otro lugar del mundo, Urola Garaia debe ser de lo más exótico. Pero bueno, que desaparezca de una vez el peligro y podamos elegir entre salir o no. Eso sí, que todo esto sirva para valorar un poco más lo que tenemos.