El muelle donostiarra acogerá una réplica del Bou Gipuzkoa que rendirá homenaje a los donostiarras y guipuzcoanos que lucharon en la Marina de Euzkadi y a quienes murieron en la batalla de Matxitxako en 1937. La réplica de más de dos metros de largo está ya construida y se colocará en el entorno del lugar que ocupa en la actualidad la caseta triangular de Euskadiko Kirol Portuak (EKP) en las inmediaciones del Náutico.

Los servicios de EKP se han reubicado en el renovado Portaaviones, por lo que la instalación triangular actual se eliminará y, en su lugar, se construirá un edificio bastante menor para mantener la ventanilla de venta de los tiques para ir a la isla. Está previsto que en diciembre arranquen las labores de desmontaje del edificio, que durarán un mes, antes iniciar la construcción del nuevo pabellón y preparar el terreno para acoger la escultura.

La idea para la creación de esta réplica partió de la Asociación Matxitxako, que lleva más de 20 años trabajando por la memoria histórica. La agrupación recuerda que existen monumentos en Bermeo y Elantxobe, pero no en Gipuzkoa. Por eso plantearon la creación de esta réplica. “¡Qué mejor lugar que el muelle donostiarra!”, afirma la asociación, que apuesta por que la memoria esté presente en nuestro paisaje urbano y no solo dentro de los museos: “Reclamamos un lugar digno para aquellos ciudadanos anónimos, arrantzales de profesión que hicieron frente a los sublevados franquistas en defensa de la República y las libertades del Pueblo Vasco”.

La réplica, de 2,60 metros de largo, ha sido construida en bronce en los talleres de Alfa Arte de Eibar a partir de un molde en madera realizado por el ingeniero naval Enrike Lekuona, de Aranzadi, y a partir de la información del investigador Juan Pardo (autor de casi la totalidad de las monografías sobre la Marina de Euzkadi), ambos fallecidos. También ha contribuido el arqueólogo Juantxo Agirre Mauleón, también de Aranzadi.

Se colocará a un metro sobre el nivel del suelo, sobre un soporte de piedra, y podrá ser tocado e incluso los niños podrán subirse sobre él, según el proyecto de la Asociación Matxitxako, ya que está diseñado de forma irrompible y antivandálica. “Tiene que estar a la mano de los niños, no debe ser un elemento solo icónico y de respeto. Tiene que interactuar con la ciudadanía”, afirma la agrupación, que añade que la escultura no generará ninguna peligrosidad con los niños y viandantes y, por eso, no se han recreado los mástiles, que podrían resultar peligrosos.

Y es que además de mantener viva la memoria de los arrantzales, el objetivo de la colocación de esta réplica es también ofrecerla de un modo didáctico a la población y, a la vez, elegante con el recuerdo de los tripulantes, así como mostrar a la ciudadanía local y a los foráneos el cariño y el reconocimiento por el ejemplo de aquellos arrantzales y ciudadanos anónimos, además de destacar los valores democráticos y los derechos humanos.

En el soporte del barco se colocarán paneles explicativos de los bous Gipuzkoa y Donostia, de la batalla de Matxitxako y de la resistencia que los ciudadanos que formaron la Marina de Euzkadi ejercieron contra los sublevados franquistas. Además, se enumerarán los nombres de los guipuzcoanos fallecidos en la batalla de Matxitxako y los que posteriormente fueron apresados y fusilados.

De bacaladero a buque de guerra

El Bou Gipuzkoa era originalmente un bacaladero que fue reconvertido en buque de guerra para integrarse en la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, una pequeña fuerza naval creada en 1936 para ayudar a la Armada Republicana en la protección del tráfico marítimo. Trabajaba en mantener libres de minas submarinas los accesos a sus puertos (inutilizaron unas 200) y protegía la actividad pesquera en aguas vascas. Más de medio centenar de pesqueros se reconvirtieron en buques de guerra igual que el Bou Gipuzkoa. Todos iban pintados de gris, izaban la ikurriña a proa y la bandera republicana a popa. El núcleo central de la Marina Auxiliar lo constituyeron cuatro bacaladeros de Pasaia (de la empresa Pysbe), rebautizados como Gipuzkoa, Nabarra, Bizkaya y Araba y a ellos se les unieron otros menores, como el Donostia, Gazteiz e Iruña.

La mayoría de la tripulación eran voluntarios y naturales de Euskal Herria, aunque también hubo bastantes gallegos y otros voluntarios llegados de Andalucía, Cantabria, Asturias, Castilla, Murcia, Madrid, Catalunya y Aragón. En total sirvieron en la Marina de Euzkadi 917 hombres y tres mujeres y, de ellos, 62 murieron en acto de servicio, según los datos de la Asociación Matxitxako.

El 5 de marzo de 1937 tuvo lugar su acción más relevante, al tener que enfrentarse a la altura del cabo Matxitxako al crucero rebelde Canarias. El objetivo era proteger un mercante de Baiona que llegaba a Bilbao. El combate terminó con el apresamiento del Galdames y el sacrificio del Bou Nabarra. El Gipuzkoa logró entrar en Portugalete con graves averías y numerosas bajas, mientras el Bizkaya lo hacía en Bermeo después de liberar al mercante Yorkbrook, apresado por el Canarias antes del combate. El Donostia, por su parte, se retiró a Francia. En el combate fallecieron 40 personas (cinco de ellas del Gipuzkoa).

Tras la caída de Bilbao, los buques se trasladaron a Santander y luego a Asturias como integrantes de la Marina Republicana, pero su actividad en esas aguas cesó en octubre de 1937, cuando los franquistas ocuparon también Asturias. Algunos tripulantes fueron apresados pero la mayoría consiguió llegar a Francia.