la heladería La Veneziana situada en la calle Garibai de Donostia echa el cierre después de más de dos décadas endulzando el paladar de sus clientes. Los vecinos y usuarios del local han manifestado su pena a los actuales propietarios, que dirán adiós mañana al negocio que regentan desde hace catorce temporadas.
Los dueños de La Veneziana tienen otra heladería en la Alameda del Boulevard, llamada Piccola Venezia, en la que seguirán trabajando “con las mismas ganas” que tenían al principio. El comercio del Boulevard no tiene, como La Veneziana, un gran espacio en el que estar pasando el rato sentado, pero ofrece la misma variedad de helados caseros, batidos, granizados y demás.
La dueña de ambas heladerías, Pamela Petracca, asegura que “lo más importante es el valor que le ha dado la gente al trabajo realizado durante tantos años y el cariño recibido estos días”. Muchos de los clientes que se han acercado a mostrar su agradecimiento son fijos, trabajadores de la zona y familias de la ciudad que frecuentan el local desde el día de su apertura: “Nos da mucha pena por los habituales, que además se han mostrado muy agradecidos y han intentando hacer lo imposible porque sigamos aquí con nuestro negocio.” Sin embargo, los propietarios del local no han dado opción a renovar el contrato.
Aunque a La Veneziana nunca le ha faltado trabajo, con el cartel que han colgado para despedirse el ajetreo ha ido a más. La nota, en resumen, se despide de los clientes dándoles las gracias: “Agradecemos a ustedes, nuestros clientes, que nos hayan elegido para formar parte de sus vidas, para disfrutar de momentos como compartir un café con tus amigos, tomar un helado con tus hijos, o simplemente estar solo o sola para reflexionar.” Sin embargo, no dicen adiós sino hasta luego, recordando a todos que seguirán a su disposición en la heladería del Boulevard.
Por eso, más allá de sentir pena, la propietaria ha querido recalcar que el sentimiento que predomina es el de agradecimiento “a todos los clientes que han tenido durante estos catorce años” y, sobre todo, a todos aquellos que desde que supieron que cerrarían sus puertas se han volcado en hacer lo posible para no tener que decir adiós a La Veneziana.