Errenteria - La exposición Donaciones. Semillas para el futuro, que se puede visitar hasta el 28 de julio, recoge, como su nombre indica, objetos y fotografías de los ámbitos del deporte, el cine, la música y la industria cedidos por los vecinos al Ayuntamiento de la villa. Consuelo Zabaleta recuperó para la historia de Errenteria un capítulo desconocido para muchos, como es la existencia de las fábricas de rosarios. Los de La Milagrosa eran muy solicitados en todo el mundo por su buena calidad y variedad.

¿Cuándo se creó la fábrica de rosarios de su familia?

-Estoy muy agradecida a un concejal socialista, José Ángel Rodríguez, que se interesó por la historia de la fábrica y de la máquina. En un artículo que escribió (publicado en la revista Oarso de 2017) se recoge que Errenteria era conocida como la pequeña Mánchester por su capacidad industrial, había alrededor de 60 empresas y dos nos dedicábamos a hacer rosarios. Una era la de la familia Nogués que estaba ubicada en el solar que hoy día ocupa la parroquia de Fátima. La otra fábrica, La Milagrosa, fue constituida hacia 1940, y su fundador fue Ignacio Gaztelumendi, primo de mi madre. Esta fábrica estaba situada en la calle Miguel Alduntzin 16.

¿Para qué servía la máquina que se muestra en la exposición de la Casa Xenpelar?

-Tampoco puedo contar demasiado, porque yo me fui de casa muy jovencita. Pero recuerdo que esta máquina servía para hacer medallones de los que he conservado doce, pero en la exposición solo se pueden ver tres. Había otra que era la troqueladora, para hacer configuraciones y también había una para trabajar las perlas. A nuestra fábrica llegaron más máquinas de la otra fábrica, cuando esta cerró. También había muchas familias que hacían rosarios en sus propias casas.

¿Hasta cuándo estuvo en funcionamiento la fábrica?

-Llegó un momento en el que el mercado de los rosarios disminuyó y la fábrica empezó a fabricar batidoras de hacer clara y figuras de hierro (hacia 1989).

¿Cómo se decidió a conservar y donar las máquinas?

-Cuando la fábrica cerró mi hermana y yo nos dedicamos a ordenarlo todo y yo subí algunas máquinas al colegio Hijas de la Cruz. Iba a tirar esta máquina, pero me puse en contacto con José Ángel que vino con la concejala de Cultura y dijeron que era valioso conservarla. Yo también lo creo, para que la gente conozca lo que se hacía en Errenteria.