La agrupación en defensa del patrimonio Áncora ha elaborado un detallado informe sobre las villas de la ciudad en el que incluye las fichas de un total de 319 edificaciones de estas características. Aunque destaca el valor de todas ellas, la asociación hace también una clasificación en la que considera “imprescindible” la protección de 50 (de ellas doce cuentan con algún régimen de protección en la actualidad) y “prioritaria” la de otras 50 (de las que ocho están ya protegidas). Además, aconseja que se conserven ocho conjuntos urbanísticos, como el de Ciudad Jardín de Ondarreta o el del paseo de la Fe, en Miraconcha, donde se mantienen 20 villas originales.

El informe fue encargado por el Departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Donostia a principios del año pasado, en el marco de la revisión del Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc). Sin embargo, de momento ese proceso de revisión que se prevé completar este verano se ha limitado a incluir 47 edificios más (algunos de ellos son villas de Ondarreta) que, en su momento, fueron analizados y cuya protección se descartó. Sí está previsto emprender una revisión más en profundidad del documento a partir de ahora y para ello se acaba de firmar un contrato con un equipo técnico especializado.

Alberto Fernández D’Arlas, miembro de Áncora y responsable del inventario junto con Eneko E. Oronoz, destaca que, hasta el momento, los esfuerzos en materia de patrimonio arquitectónico se han centrado más en bloques o manzanas residenciales, como las del ensanche de Cortázar, y las villas han sido, incluso, “marginadas”. Incide en que han recibido “muy escasa atención”, quizá “en razón de su menor visibilidad por concentrarse en colinas o vías secundarias y permanecer a menudo semiocultas tras la vegetación o rodeadas por muros perimetrales”, por lo que han pasado desapercibidas incluso para los propios donostiarras, aunque “son una parte fundamental de la memoria histórica y la imagen de nuestra ciudad”, asegura en el inventario.

Por ejemplo, en el Peppuc vigente, de las 1.063 fichas registradas solo 27 se refieren a villas. Entre ellas, la mayoría están en Ondarreta, mientras que en zonas como Ulia, Ategorrieta, Miracruz o Martutene hay bastantes construcciones más que no aparecían hasta ahora en ningún catálogo.

Derribos frecuentes

Así, el nuevo inventario completado el año pasado es el primero de estas características y ofrece una visión de conjunto de un tipo de edificación cuya pérdida en los últimos años “ha sido particularmente intensa y sensible” debido a la “presión inmobiliaria”, que se ha acentuado en los últimos meses, con solicitudes y licencias de derribo de villas en distintos puntos de la ciudad. Si no hay ningún régimen de protección, el Consistorio alega que no puede denegar esas licencias.

La desaparición de la villa Kanimar-Kanasi y la que albergaba el restaurante Chomin en Ondarreta provocaron cierto revuelo hace dos años y originaron la revisión y ampliación del Peppuc para incluir nuevas villas en esa zona, aunque los derribos han continuado en los últimos meses. Villa Luna, también en Ondarreta, o villa Santa Teresa, en el paseo de la Fe, que no contaban con ninguna protección, han sido los últimos derribos criticados por Áncora. A ellos se suma el proyecto para transformar villa Almudena, en Miraconcha, en seis viviendas de lujo que, aunque sí conservará su fachada por estar incluida en el Peppuc, transformará por completo el interior.

Esta construcción se encuentra registrada en el Inventario Provisional del Patrimonio Histórico-Artístico del Gobierno Vasco por ser susceptible de ser catalogada como bien cultural. Aunque ese expediente no se ha llegado a abrir de momento, el Gobierno Vasco recomienda al Ayuntamiento que proteja también el interior del inmueble y Áncora critica que no se ha seguido esa recomendación al otorgar la licencia para el proyecto.

La proliferación en los últimos meses de este tipo de proyectos para reconvertir o derribar las villas de distintos lugares de la ciudad requiere, según D’Arlas, que el Consistorio actúe con rapidez “si realmente tiene interés” en proteger este tipo de construcciones que forman parte del patrimonio de la ciudad.

También de trabajadores

Aunque las villas se suelen asociar a las clases pudientes y muchas de las que existen en la ciudad corresponden a familias adineradas que elegían Donostia como destino de veraneo a principios del siglo pasado, el inventario incluye, asimismo, conjuntos de villas creadas para trabajadores en los años 20, como el grupo Nuestra Señora de Arantzazu en el barrio de El Antiguo o la ciudad jardín de Loiola.

Los dos están entre los conjuntos que el inventario recomienda proteger, al igual que las villas del paseo del Faro, paseo de la Fe, la ciudad jardín de Ondarreta, las casas baratas del paseo de Hériz, los chalés del Alto de Amara o el paseo de Francia. En estos casos, más allá de las características individuales, D’Arlas incide en que los inmuebles tienen valor por su pertenencia a un conjunto con características comunes y un origen histórico compartido.

Entre los 50 inmuebles que también se considera imprescindible proteger, además de los que ya están incluidos en el Peppuc, figuran construcciones como la villa Villalba del paseo de Hériz; villa Herminia, Magnolia y Zelaienea en Ategorrieta; villa Belén en Aldapeta; villa Urdincho, Dolorescho, Saga y Kabi Alai en Intxaurrondo; Igeltegi en Loiola, y villa Arkaitz Artekoa y Mercedes, ambas en Martutene.

Cronológicamente, el inventario de D’Arlas y Oronoz incluye inmuebles construidos desde 1855, fecha de la que data el palacio de los Condes de Alcolea (la actual clínica Quirón, en Egia), hasta el año 1973, cuando se creó la villa Galdós o Zañartu en la cuesta de Aldapeta, obra de Luis Peña Ganchegui. El inventario destaca, además, la variedad de estilos en todas estas villas.

Valor. El inventario de villas encargado por el Ayuntamiento hace una referencia especial a los jardines de muchas de esas propiedades, que también tienen valor histórico vinculado al patrimonio construido y ligado al medio ambiente. El documento destaca que no existe en la actualidad ningún estudio respecto a estos “verdes históricos” y propone una lista de 30 jardines que considera importantes. Propone la protección de ocho de ellos: por ejemplo, el de Arbaisenea y el de villa Almudena, que desaparecerá para convertirse en piscina en el marco del proyecto de reforma de este edificio.

Postal. La desaparición del jardín de villa Almudena, además, afectará a la postal de la ciudad, según incide Alberto Fernández D’Arlas, puesto que desaparecerá una de las parcelas verdes visibles desde la bahía de La Concha. A esa postal afectará, asimismo, el derribo de Santa Teresa, en el paseo de la Fe, advierte Áncora, además de la reforma ya realizada en Aldama Enea (el colegio mayor femenino al que se le ha añadido un nuevo módulo en el frente).