la centenaria historia de amor que la empresa Larrañaga y Elorza mantiene con la comarca de Debabarrena comenzó en el año 1918, cuando el responsable de la fábrica de armas Star de Eibar, Bonifacio Echeverria, concedió a dos de sus operarios la licencia necesaria para que comenzaran a fabricar grilletes bajo la marca Star.
Aquellos trabajadores eran Carlos Larrañaga y Txomin Elorza, dos emprendedores de la época que el 17 de agosto de 1918 constituyeron una sociedad que de manera inmediata iniciaría su actividad en un local de la calle Ardanza de Eibar (posteriormente trasladarían el taller a Jardines y en 1959 a la calle Barrena).
Aunque en sus orígenes también fabricaron armas de fuego (una pistola denominada Jubala) y tras la guerra civil artículos de ferretería como taladros, tornos pequeños, martillos o berbiquís, la empresa Larrañaga y Elorza siempre ha tenido su producto estrella en las esposas o grilletes; un artículo que a día de hoy sigue fabricando (desde 1990 de manera exclusiva) y comercializando bajo la marca Alcyon.
su traslado a Elgoibar Debido a la necesidad de modernización de sus instalaciones, la empresa Larrañaga y Elorza se trasladó hace una década al polígono Albitzuri de Elgoibar, donde ha sido objeto de una profunda transformación que le ha llevado “de estar a punto de desaparecer” a consolidarse “como una de las cinco empresas más importantes del mundo dedicadas a la fabricación de grilletes”.
El cambio del panorama llegó de la mano del eibartarra de 39 años Oskar Prieto, quien hace 16 años empezó a trabajar en la compañía “como encargado de taller” y hace un lustro se hizo con las riendas del negocio.
Según cuenta a NOTICIAS DE GIPUZKOA, “hace cinco años la empresa contaba con varias personas empleadas pero la situación económica por la que atravesaba era tan mala que los propietarios, descendientes de los fundadores, decidieron cerrarla a no ser que alguien se decidiera a cogerla afrontando las deudas que mantenía”.
El propio Oskar no se lo pensó demasiado y se animó a ponerse al frente del negocio que, tras ser objeto de una importante reestructuración, empezó a remontar el vuelo.
Para ello, el nuevo responsable de la compañía tuvo que “afrontar jubilaciones y algún despido y viajar mucho para dar a conocer el producto en las ferias especializadas”, pero “a día de hoy la empresa tiene las cuentas saneadas y goza de una buena posición en el mercado mundial de grilletes”, explica el responsable de la firma, que apenas cuenta con dos trabajadores. Eso sí, “cuando hay picos de trabajo contratamos a más gente de manera eventual”, puntualiza.
El pasado año Larrañaga y Elorza cerró un ejercicio histórico, al vender “entre 75.000 y 80.000 unidades de diferentes modelos de grilletes para las policías de más de 90 países”.
Al carecer de la estructura necesaria para poder pujar por las licitaciones públicas que se convocan en los diferentes rincones del planeta, “la empresa cuenta con clientes en varios países que son los que presentan sus propuestas para hacerse con los contratos y a los que posteriormente vendemos nuestro producto”.
En la actualidad, los grilletes de Larrañaga y Elorza llegan “principalmente, a Sudamérica, al Norte de África y a todos los países de Europa”. Y es que “aunque el de EEUU es muy hermético”, la diversificación de mercados ha sido una de las claves para el resurgir de una compañía que, cien años después, mantiene su fidelidad a la comarca de Debabarrena.