Hace medio siglo que las mismas personas que un año antes, en 1966, crearon el Grupo Doctor Camino de Historia Donostiarra, pusieron en marcha el Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián.
Fue un mes de diciembre cuando salió a luz el primer número y ya se ha editado el 50, un ejemplar muy especial ya que en el mismo se incluye un completo índice de contenidos, elaborado por la doctora en Historia María Rosa Ayerbe. Afirma que le ha costado “mucho” llevarlo a cabo aunque, añade, “lo que cuesta es lo que más se agradece” y lo que más útil resulta a la hora de realizar la consulta.
El índice se divide, a su vez, en varios. El de autores recoge, por orden alfabético, los 188 que han colaborado con la publicación. “Algunos solo han escrito un artículo pero otros son fieles, y han muerto escribiendo”, explica Ayerbe que recuerda que, además, se incluyen también los índices de materias y de términos.
Ha tomado en su trabajo como referencia el índice que José Ignacio Tellechea Idígoras realizó cuando se publicó el número 25. A Ayerbe, que hoy en día lleva las riendas del Boletín, el nombre de Tellechea le viene a la boca una y otra vez, no en vano fue presidente del grupo Doctor Camino hasta su fallecimiento en 2008. El inspirador del grupo, Joaquín Antonio de Camino, fue un eclesiástico que ordenó y explotó el archivo municipal antes de su total destrucción en 1813.
María Rosa Ayerbe se muestra optimista cuando mira al futuro. Agradeciendo la labor de apoyo de Kutxa, que “siempre ha apostado por proteger el Boletín”, está convencida de que la gente que le sigue es “tan buena y preparada” que dará continuidad a la tarea iniciada con brillantez.
Un poco de historia Un año antes de que el primer Boletín viera la luz, concretamente en la Navidad de 1965, se constituyó el Grupo Doctor Camino de la mano de José Manuel Elosegui, Nicolás Lasarte Arana, José María Aycart, Tomás Atauri, Antonio Arrue y Zarauz, Ricardo de Izaguirre, Gonzalo Manso y Álvaro del Valle Lersundi.
Aquel inquieto grupo surgió “ante la coincidencia de muchas personas”, algunas vinculadas a la Asociación de Amigos del País, que sentían como necesario “recuperar la historia de la ciudad”, ya que la mayor parte de los archivos se quemó en 1813. “Lo más que tenían era el estudio que realizó sobre la historia de Donostia el propio Doctor Camino antes de que se quemara la ciudad”, puntualiza Ayerbe, que recuerda que “de ahí tomó el nombre el grupo”.
“Solo se salvaron los documentos guardados en los sótanos, que se sacaron en bueyes por la noche”, explica la directora de la publicación. Poca cosa es lo que queda y ha sido ingente la labor de aquellos que han ido recopilando la información.
El grupo se constituyó en tiempos de Franco cuando, recuerda, “no era fácil aprobar la creación de este tipo de instituciones”. “Como surgió en el seno de la Vascongada, que era una filial del Instituto de Investigaciones Científicas, que le daba carácter de sociedad seria y neutral, el gobernador civil aprobó sus estatutos”, añade.
Ahora son otros quienes impulsan el Boletín y se hallan inmersos en un proceso de reflexión para ver cómo seguir avanzando “incluyendo nuevas sensibilidades”.
Más de 600 artículos han ido nutriendo los boletines año a año, recuperando datos, a veces casi perdidos, sobre la historia de la ciudad e incorporando también una visión más amplia, la de Donostia en Gipuzkoa.
Habla Ayerbe con inmenso cariño del Boletín, que asegura que puede competir “de igual a igual” con publicaciones que se editan a nivel internacional. “Merece la pena que la sociedad donostiarra sepa que se está rescatando su historia”, afirma la historiadora, que toma prestada una frase del poeta Francisco Luis Bernárdez para subrayar la importancia que para construir el futuro tiene conocer el pasado: “lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”.
No se piden artículos por encargo, los normal es que sean los propios investigadores quienes lleven sus trabajos al Boletín, siendo Ayerbe quien asume la responsabilidad de realizar las oportunas correcciones. “No hay problemas para aceptar los artículos que la gente manda, siempre que no sean artículos políticos. No queremos que la publicación tenga una tendencia política”. Los políticos sí pueden escribir, siempre que sea sobre un tema “histórico y objetivo”.
Para recuperar la memoria histórica se han nutrido de otras fuentes y archivos acudiendo, entre otras lugares, al Archivo General de Gipuzkoa, el de Simancas, la Chancería de Valladolid, el Archivo Diocesano y diversos depósitos de Madrid, entre otros . Y es que en 1813 prácticamente ardió todo, “incluso el archivo del Consulado”.
Cuando se habla del Boletín no se habla de una publicación realizada por expertos para expertos, sino de la elaborada por amantes de la historia para que la disfruten todas las personas interesadas en la materia. Aunque puede participar “cualquier persona” el alma mater del Boletín reconoce que “cada vez llegan más historiadores profesionales, pero con un abanico de temas y una forma de expresarse diferente”. “Si cotejamos los primeros ejemplares con los últimos vemos que hemos ganado en cantidad y calidad”, algo a lo que ha contribuido de forma importante el hecho de que Donostia pasara a tener una facultad de Historia.
“Siempre habrá cosas nuevas que se puedan publicar en el Boletín”, asegura esta historiadora, que afirma que solo se preocupará “cuando no lleguen artículos”. “Siempre habrá detalles nuevos que contar, porque siempre habrá visiones nuevas y nuevos fondos”, apostilla.
Asegura asimismo que en todo momento hay quien está pensando en enfoques diferentes, como recoger la visión que de la ciudad tienen los viajeros que han pasado por ella y han dejado testimonio escrito sobre aspectos varios.
Ayerbe no quiere hablar de historia ideologizada. “Todo depende de los mimbres con los que se trabaja”, argumenta. “Si se ve un artículo con notas al pie página queda claro que se basa en material obtenido en archivos”. Además, cuando se trabaja con documentos procesales o notariales “hay poca tendencia ideológica”. Pero, no puede menos que reconocer, “documento tendenciosos hay desde que existen los cronistas que en un comienzo estaban pagados por el reino y mostraban u ocultaban lo que se les pedía”. Pese a todo, pone la mano en el fuego por el rigor de los artículos publicados en su amado Boletín.