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La semilla de cinco biólogos cumple 25 años

el colectivo haritzalde, que inició su andadura para defender los árboles de cristina enea, dirige ahora parte de su actividad a las familias con niños

La semilla de cinco biólogos cumple 25 años

La ranita meridional, ese anfibio de pequeño tamaño propio de la cornisa cantábrica que luce ahora como símbolo de los autobuses de Donostia, tiene algo que agradecer al colectivo Haritzalde. El grupo de defensa de la naturaleza, que cumple 25 años en este 2017, logró que los ciudadanos de Donostia supieran de su existencia y que las instituciones esperasen para autorizar la destrucción del embalse que existía en Igara, en el que se reproducían, a que estuviera creada la red de charcas artificiales en las que vive ahora esta especie propia de la zona.

La defensa de la ranita es una de las tres actuaciones que han vertebrado gran parte de la labor del colectivo Haritzalde en su primer cuarto de siglo. “Incluso el periódico Expansión dedicó su contraportada al asunto, ya que era la lucha de David contra Goliat, la ranita contra la empresa Iparlat, que necesitaba los terrenos para sus finanzas”, recuerda Xabier Rubio, que explica que el colectivo llevó el asunto a los tribunales y la medida tuvo su efecto, ya que la Diputación obligó a retrasar las actuaciones previstas.

La defensa de la ranita meridional fue una de las batallas del colectivo naturalista, que nació de la unión de un grupo de cinco jóvenes biólogos de Donostia, que querían luchar contra las talas de árboles que el Ayuntamiento iba a acometer en el parque de Cristina Enea. “De hecho, al principio nos llamamos Donostiako Parkeen Lagunak y luego Parkeen Lagunak, pero al ir a inscribirnos en el registro del Gobierno Vasco nos dijeron que no era muy concreto, por lo que añadimos Haritzalde”, recuerda Rubio.

El representante del colectivo añade que “en este tiempo, la asociación ha trabajado la denuncia y el fomento de la conciencia social sobre asuntos medioambientales”. “Creemos que hemos tenido una influencia positiva, aunque no hayamos conseguido todo lo que pretendemos”, asegura. No obstante, confía en que el grupo siga aportando noticias y espera que los tribunales les den la razón en algunas cuestiones como, por ejemplo, el depósito de una montaña de piedras en las zonas verdes de Belartza.

La defensa del río Urumea, con su flora y su fauna, ha sido otro de los ejes de la tarea de los últimos años de Haritzalde, que ha tratado de dar a conocer entre los ciudadanos la biodiversidad del cauce que atraviesa Donostia, entre otras localidades. Paseos, visitas y exposiciones, como Urumea Bizi, con fotografías de Ramón Aranbarri, que estuvo en verano en Cristina Enea y ahora puede contemplarse hasta el día 23 en Ereñotzu, son algunas de la actuaciones divulgativas del colectivo naturalista.

50.000 semillas

La plantación de árboles, como las llevadas a cabo en el parque de Puio, poblado por Haritzalde y sus colaboradores, es también otra de las actuaciones visibles del colectivo, así como el reparto de semillas, que comenzó en sus primeros años, y que, según sus cálculos, ha llegado a la cifra de 50.000.

Mientras hace 25 años todos los socios que se adhirieron al recién nacido Haritzalde eran jóvenes, ahora cuesta que esta franja de edad se anime a participar en sus actividad, según confiesan. Por el contrario, el colectivo ha iniciado una nueva andadura dirigida a las familias con niños, tal y como explica Aitziber Egaña, otra de las socias de larga trayectoria del grupo, que cuenta en la actualidad con cerca de 90 miembros. Un ejemplo de estas nuevas actividades es la fiesta de otoño del pasado día 1 de noviembre en Riberas de Loiola, que contó con la participación de medio millar de personas y en la que se organizaron talleres para los escolares, un almuerzo saludable, música y juegos. “Los niños son el futuro”, señala Egaña, que recuerda que las excursiones para conocer la rasa mareal de Ondarreta, que se organizan dos veces al año, son también actividades muy seguidas por las familias con niños que se unen a la actividad de Haritzalde.

Ahora, tanto Rubio como Egaña, ambos biólogos, consideran que Donostia necesita “menos casas” y un anillo verde para preservar la biodiversidad tal y como sucede en Vitoria. “En algunos lugares no hay conexión, como entre Lau Haizeta y Ulia, que se ha convertido en una isla verde, pero sería interesante hacer un corredor en Ulia porque hay problemas de conservación de especies”, explica Rubio.

Haritzalde también trabaja ahora en la promulgación de una Zona de Especial Conservación, similar a la decretada en Ulia, para el entorno de Mendizorrotz. Por el momento, ha habido una primera reunión entre los ayuntamientos de Donostia, Usurbil y Orio “pero ya veremos”, avanzan los animados activistas.