De su manantial subterráneo surgió de forma natural la sangre que dio la vida a Leintz Gatzaga y que durante siglos esculpió en piedra una historia con nombre salinero. Enclavado en las laderas de la comarca de Debagoiena, este pequeño municipio conserva un rico patrimonio cultural y natural que tiene entre sus exponentes al santuario de Nuestra Señora de Dorleta, patrona de los ciclistas. El Gobierno Vasco ha abierto la veda del proceso para declarar monumento a este coqueto templo, que traerá consigo su protección y puesta en valor.

La noticia hace mirar al futuro con ilusión. "Este nombramiento es un primer paso importante para dar a conocer el santuario", defiende Eugenio Otxoa, que forma parte del grupo enfrascado en la labor de colocar a Dorleta en el lugar que se merece.

Por un lado, desde el punto de vista histórico. El santuario de Dorleta está situado en lo alto de un pequeño promontorio, sobre los restos del castillo construido como vigía y defensa de la vida y economía que existió en torno al manantial salino. A esta actividad le debe, precisamente, su nombre que hace referencia al lugar donde se concentraban las dorlas (los lagares donde se almacenaba y secaba la sal). Aunque no está claro cómo fueron sus inicios, su origen es muy remoto y así lo atestigua, según fuentes documentales, la existencia de una explotación salinera desde el siglo XI, y el descubrimiento de una necrópolis en sus inmediaciones (XI-XII).

Hasta 1331, cuando Salinas obtuvo su Carta Puebla, ejerció las funciones de parroquia de la villa, condición que perdió a favor de la iglesia de San Millán erigida en los intramuros. Además, fue hospedería para los peregrinos del Camino de Santiago que entraban a Gipuzkoa desde Francia.

El edificio tampoco ha estado exento de cambios estéticos como la reconstrucción que se le hizo en el último tercio del siglo XVII y principios del XVIII, si bien no es el único lifting que ha recibido en su larga historia. En una época más reciente, en 1987, Dorleta fue objeto de una concienzuda rehabilitación de la que Otxoa, que por aquel entonces comenzaba su andadura como alcalde, fue testigo de primera mano.

Estas actuaciones han hecho que diversos estilos artísticos confluyan en el aspecto que hoy en día ofrece el santuario gatzagarra. De este modo, la fachada principal posee una portada barroca y a la altura del crucero, bajo el alero, se aprecian unas cabezas talladas como únicos testimonios románicos. En el interior, el retablo mayor también es barroco y la imagen de la estatua policromada de Santa María de Dorleta corresponde al gótico. Asimismo, hace dos años la cura de rejuvenecimiento se centró en el tejado. Con esta última reforma el santuario siempre expuesto a los caprichos meteorológicos y del paso del tiempo se aseguró unos cuantos años de buena salud.

Pero si hay algo que hace especial a Dorleta es su condición de patrona de los ciclistas. La coronación se celebró el 26 de octubre de 1958 y dos años más tarde, el 8 de agosto para ser más exactos, los cicloturistas bilbainos Luis y Ángel Serrano y el vitoriano José Luis Sáenz de Olazagotia llegaban con sus bicicletas a Roma para obtener la declaración canónica de la Santa Sede. Apenas 20 días después el papa Juan XXIII proclamaba a la Virgen de Dorleta patrona de los ciclistas, aunque no fue hasta 1973 cuando la Federación Española de Ciclismo lo formalizó en los estatutos.

No obstante, el templo de Leintz Ga-tzaga comparte esta distinción universal con otros dos santuarios dedicados al deporte del pedal: la capilla de Notre Dame des Cyclistes ubicada en Labastide d Armagnac, en el departamento francés de las Landas, y la Madonna del Ghisallo en los Alpes italianos.

Adentrarse, por tanto, en Dorleta es una oportunidad para contemplar un pequeño museo que custodia los maillots y otros objetos que han depositado profesionales como Miguel Indurain, Abraham Olano, Óscar Freire, Samuel Sánchez y Bahamontes, entre otros. Este gesto de devoción se deja sentir, igualmente, en las ofrendas florales realizadas, a pie de carretera, junto a la imagen instalada en el puerto de Arlaban.

Retos El santuario ha hecho méritos para que el departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco inicie el expediente el periodo de alegaciones está a punto de cerrarse que lo incluya en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco, con la categoría de Monumento. Esta declaración abarca, a su vez, el espacio de arbolado y la vivienda de las seroras. "Dorleta no es cualquier santuario, tiene su historia y su referencia para el mundo del ciclismo. Esto es algo que hemos tenido presente desde que se decidió darle un impulso", destaca Otxoa, que se ha implicado en esta tarea junto a otras personas que tienen su misma inquietud.

"Viene muy poca gente a visitarlo, y los que los hacen en su mayoría son familiares de gente que se ha casado en él, txirrindularis, jubilados ; los turistas que recalan en el municipio se quedan en el museo de la sal", aprecia Otxoa sobre un templo que en su época dorada era escenario de la presentación de las temporadas de un buen puñado de clubes ciclistas. "Eso se ha perdido, siguen viniendo desde Gasteiz o Markina, y Lejarreta, por ejemplo, nos visita todos los años. Y mira que en el valle en alusión al valle de Leniz hay afición y movimiento", se lamenta Otxoa.

El desplome de las bodas y, en mayor medida del matrimonio católico, también ha pasado factura. Hace dos décadas eran entre "35-40" parejas las que se casaban al año en Dorleta, y en lo que va de 2017 estas ceremonias se han reducido a tres. En cuanto a las misas, se llevan a cabo los domingos de mayo a octubre.

"El reto está en dar con la fórmula para atraer a la gente a Dorleta", opina Otxoa, al tiempo que resalta "la importancia" del citado nombramiento para darle otra proyección. "Habría que trabajar conjuntamente con otras entidades de la comarca y Gipuzkoa", cita como posible alternativa.

"A pesar de que la gran riqueza basada en su actividad salinera, ferrerías... que tuvo en su tiempo Leintz Gatzaga se ha ido perdiendo poco a poco, se está trabajando y, en estos momentos, se ha abierto una reflexión popular del proyecto de la sal", sentencia Otxoa.

Queda camino por recorrer. Pero lo que está claro es que Leintz Ga-tzaga, y en este caso su santuario Dorleta, es una joya para disfrutar.