Los sanfermines son las fiestas más populares del mundo, pero los santaisabeles de Zumarraga tampoco están nada mal. Aquí también, los protagonistas se visten de rojo y blanco. En este caso no son corredores, sino ezpata-dan-tzaris. Y si los pamplonicas tuvieron a Hemingway, los zumarragarras tienen a la pareja formada por Javi Hormaza y Marieli Elordui. No son estadounidenses, sino algo mucho mejor: vizcainos. Llevan quince años viniendo a la romería del día de Santa Isabel y son los mejores embajadores de esta fiesta.

Hormaza jugó en el Athletic y después trabajó en Lezama, mientras que Elordui trabajó en una oficina. Son padres del actor Asier Hormaza. Él es de Getxo y ella de Bilbao y se casaron en la Universidad de Deusto, un 2 de julio: la fecha en la que se celebra la romería de La Antigua.

A Elordui le encanta bailar al suelto y sus amigos les recordaban siempre que en Zumarraga se celebra una romería la fecha de su boda. “Un día fuimos con unos amigos a La Antigua y nos gustó mucho la ermita. Decidimos volver el día de la romería y así lo hicimos. Bailé un montón”, comenta ella.

A la pareja le encantó la fiesta de La Antigua. “Nos maravilló que en toda la campa hubiera un único altavoz y pusieran solo música euskaldun. El ambiente nos gustó mucho y qué decir de cómo nos acogieron... Nos sentimos bien recibidos, arropados, especiales...”. Así, decidieron volver todos los años. “Decidimos que había que volver, aunque sea con la pata quebrada. Por aquel entonces todavía trabajábamos, por lo que si hacía falta pedíamos que nos descontaran días de vacaciones”.

Al hotel Etxeberri Hormaza y Elordui suelen venir a Zumarraga el 1 de julio y vuelven a Getxo el día 3. Siempre se alojan en el hotel Etxeberri y también en este establecimiento son ya como de la familia. “Este año hemos llamado con mucha antelación, pues el 2 de julio ha caído en domingo. Pero todas las habitaciones estaban reservadas. En cuanto supieron que éramos nosotros, se las arreglaron para hacernos un hueco”.

Todos los años repiten plan. “Llegamos la víspera de la romería y acudimos a la salve. El 2 de julio subimos a La Antigua en autobús. Antes solíamos hacerlo andando, con los dantzaris, pero ahora necesito reservar fuerzas para poder bailar durante todo el día. Eso sí, nos solemos acercar a la salida de la comitiva. Al final del día, suelo sacar fuerzas de no sé dónde para bailar delante del ayuntamiento. Es el corazón el que me hace aguantar”. Siguen la tradición tan bien como el mejor zumarragarra y ni Hemingway habló con tanta pasión de una fiesta.

Todo tiene su explicación. “Mi padre fue voluntario del primer batallón de Eusko Gudarostea y estábamos fichadísimos. Solo podíamos vivir el ser vascos cantando y bailando cuando nos sentíamos a salvo. Siempre he sido bailarina, pero mi marido no es tan aficionado a bailar como yo. Dice que como a mí me gusta tanto, a él le da vergüenza bailar. Suele disfrutar mirando. Los de la trikitixa de Zumarraga me dijeron que bailo muy bien y eso me llenó de orgullo”, señala.

No faltan nunca a su cita con los santaisabeles. “Se ha convertido en una forma de celebrar nuestro aniversario”. ¿Qué mejor que hacerlo entre amigos? “Conocemos gente de todas las cuadrillas y de todas las edades. Nos sentimos muy bien acogidos por el pueblo. Unos amigos nos invitaron a la Euskal Jaia de Urretxu y en 2007 y 2008 disfrutamos también del desfile de carrozas”, recuerda.

La mejor romería Conocen muchas romerías, pero ninguna como la de Zumarraga. “Javi y yo nos sentimos totalmente integrados y queridos. Nos han acogido como en ninguna otra romería. En Zumarraga, nos conocen por nuestro nombre”.

¿Y sus hijos qué opinan? “Tenemos tres hijos: Asier, Onintze y Aitziber. Valoran la acogida que nos ha brindado el pueblo de Zumarraga. No les extrañó que viniéramos hasta Zumarraga a bailar, pues ya saben que nos gustan mucho las romerías y de niños venían con nosotros. Ellos no han estado nunca en la romería de La Antigua por motivos laborales, pero algún año de estos año vendremos con los hijos y con los nietos. Lo tengo muy claro”.

Y en Zumarraga les harán un gran recibimiento, por supuesto. La Antigua y el día de Santa Isabel son el gran orgullo de los zumarragarras y los Hormaza-Elordui, los mejores embajadores que podían encontrar.