El kimono como forma de vida
El grupo beasaindarra de Kempo cumple 35 años de andadura y NOTICIAS DE GIPUZKOA ha acudido a un entrenamiento para conocer de primera mano los detalles de este arte marcial
silencio. Nada más entrar al local donde entrena el grupo de Shorinji Kempo de Beasain, situado en uno de los bajos de las casas de Etxe-Ubi, uno se puede preguntar si todavía no ha comenzado la clase, pero poco después se dará cuenta de que no es así. Una vez dentro del recinto, dejando atrás la puerta, y dando unos pasos hacia delante ya se pueden ver a todos los alumnos practicando las técnicas de Shorinji Kempo. Con una disciplina ejemplar, una alumna de este arte marcial japonesa lleva las riendas de la clase, mientras que el profesor Joao Cuña les mira con atención y les va corrigiendo para que realicen bien todos los movimientos.
Cuña lleva 40 años practicando Shorinji Kempo y cuatro más otras artes marciales. “Ahora que lo pienso son muchos años; pero, y lo que he disfrutado?”, cuenta. Aunque sea un experto, su andadura comenzó en otra arte marcial. “Fui campeón de Gipuzkoa de Judo”. Alguno podría preguntarse porqué cambió de disciplina habiendo logrado un título tan importante en judo, y así responde Cuña: “iba a entrenar a un gimnasio cuando vi a una persona que estaba practicando Shorinji Kempo. Desde ese día yo también lo hago... y ya llevo muchos años en esto. La verdad es que me pareció un arte marcial más completo”.
gran experiencia El Shorinji Kempo es bastante conocido en toda la comarca, aunque su punto fuerte se localiza sobre todo en Beasain. “En Goierri desde hace muchos años”, recalca el entrenador. De hecho, este año el grupo de esta arte marcial cumple 35 años de vida. Juan Lasa, al igual que Cuña, practica este deporte desde hace muchos años y también es profesor. “En esta disciplina la figura del profesor, al que se le llama sensei, es muy importante. Se le tiene respeto desde el primer día y a lo que diga se le hace caso siempre”. De hecho, Cuña añade que en un entrenamiento aunque él no dé ninguna orden la clase puede seguir su curso con total normalidad y manteniendo siempre un silencio sepulcral que solo se rompe para pronunciar algunas palabras en japonés.
Ya que este año cumplen 35 años, quieren aprovechar el aniversario para poner el valor la trayectoria del grupo: “Yo comencé a practicar el Kempo hace 32 años, cuando todavía era un chaval. Hemos trabajado mucho para llegar a donde estamos. Es por eso que a finales de abril tendrá lugar en Beasain por primera vez un seminario internacional”, cuenta Lasa. En ese seminario contarán con una delegación de Japón y recalca Lasa que el evento tendrá un “carácter festivo”.
Son muchos los que durante estos años han optado por practicar este deporte. Según Cuña han sido miles, y “en algunas familias hay hasta tres generaciones”. Lasa, por su parte, también echa la vista atrás recuerda sus inicios: “La ahora rectora de la Universidad Pública del País Vasco, Nekane Balluerka, fue de las primera profesoras de Shorinji Kempo que tuve. Ella es cinturón negro”.
“Desde entonces, no he dejado este deporte porque me gustan muchísimo los valores y la filosofía que tiene el Shorinji Kempo, además del ambiente que se crea entre todos nosotros”. Y ese ambiente que se crea es visible para cualquiera que se acerque a ver un entrenamiento o que se anime a ponerse un kimono por primera vez. De hecho, uno de los alumnos, Aiert Larrañaga, dice que para él este deporte es algo “muy importante” sobre todo por la dinámica: “tenemos una buen ambiente de grupo y es algo a valorar. Por ejemplo, fuera de aquí también somos amigos y nos respetamos todos”.
¿deporte o filosofía? La meta del Shorinji Kempo no es la competición ni la medición de fuerza o habilidad entre sus practicantes. Se trata de disfrutar mejorando las técnicas con el contrincante mientras fortaleces tu cuerpo y tu mente. Tanto para Cuña como para Lasa es algo más que solo un deporte. “Para mí es una forma de vida. Es lograr el equilibrio en todo, lograr unir la fuerza y el amor”, define Lasa. Cuña, por su parte, lo califica como “calidad de vida”. “A decir verdad yo me he hecho persona gracias al Shorinji Kempo. He aprendido la filosofía del respeto”. Y con ese respeto se despiden los alumnos que aseguran que llevarán esa filosofía del kimono durante toda su vida.