legazpi - El legazpiarra José Luis Arzuaga es carpintero, pero desde niño le ha gustado también trabajar la piedra. Recuerda que solía ir andando a Arantzazu para ver trabajar a Oteiza. Soñaba con realizar un gran trabajo en piedra y lo ha conseguido. Ha esculpido un gran ferrón de 3,25 metros, utilizando una piedra caliza de 12,5 toneladas traída desde Tarragona. Le ha llevado seis años y le gustaría que el Ayuntamiento lo colocara en un lugar destacado del pueblo.

Arzuaga tiene 76 años y siempre le ha gustado la escultura. “Mi oficio ha sido la carpintería y, aunque apenas he esculpido en piedra, siempre me ha gustado. Me gusta mucho el arte, de toda la vida. Vi los apóstoles de Oteiza cuando eran solo unos trozos de piedra. Y le vi trabajar. Con catorce años iba andando desde Legazpi a Arantzazu. Gozaba viendo las obras de arte”.

Otra de sus fuentes de inspiración ha sido la ermita de La Antigua, en Zumarraga. “Cuando entré allí por vez primera, algo se me movió dentro. Gocé sobremanera viendo las tallas, los arcos, el techo... Me parece un lugar precioso”.

Su afición al arte no le viene de familia. Dice que es algo que lleva dentro. “Yo creo que está relacionado con mi afición a los retos. Me gusta enfrentarme a la dificultad y dar lo mejor de mí mismo”.

Busto de su madre De este modo, de joven hizo un busto de su madre con mármol italiano. Después, dio rienda suelta a su vena creativa haciendo carrozas para las actividades que se organizaban en Legazpi. Pero necesitaba algo más. “Pensé homenajear a los legazpiarras que trabajaron en las ferrerías. No sabía si conseguiría ver cumplido mi sueño, pues no soy profesional, pero lo he conseguido. Lo que se afronta con ilusión, sale adelante”.

Ha trabajado muy duro. “No se puede calcular cuántas horas he metido en ello. Empecé hace seis años. Traje la piedra de Tarragona. Tenía 12,5 toneladas y se ha quedado en 3,5. He utilizado cuatro o cinco máquinas rotaflex y cinceles. He trabajado tanto en invierno como en verano. En invierno ponía una sombrilla sobre el andamio y me abrigaba bien. He gozado y he sufrido. A veces iba a casa pensando en que me había pasado quitando piedra. Estaba deseando que amaneciera para comprobarlo. Con este mismo tipo de piedra, caliza tirando a mármol, están haciendo la Sagrada Familia de Barcelona”.

A Arzuaga le hubiera gustado dedicarse al arte, pero la vida le llevó por otros derroteros. “Mi padre murió cuando yo tenía quince años y ya sabes cómo fue la posguerra... Tenía claras las cosas: no me gustaba estudiar y tenía claro que me iba a dedicar a la carpintería. Con la madera se pueden hacer muchas cosas. Si no llego a ser carpintero, no hubiera conseguido hacer esta escultura. He tenido suerte. Empecé como pinche, después trabajé como carpintero en Bellota y en otros talleres y, finalmente, hace casi 50 años abrí mi propia carpintería. Mi mujer y yo formábamos una gran pareja y abrimos una tienda en Zumarraga. Era una mujer con un gran gusto y una gran vendedora. Ahora son mis hijos los que llevan el negocio”.

Cuando les dijo que pensaba esculpir un gran ferrón, se quedaron perplejos. Los amigos, directamente, no le creyeron. “Les entiendo. Yo mismo, no entiendo de dónde he sacado las fuerzas. La base del proyecto ha sido la ilusión. Cuando traigo a la gente a ver la escultura, reconocen que no confiaban en que hiciera una obra tan grande”.

Colocación Le apena no haber recibido una respuesta tan positiva por parte del Ayuntamiento. Dice que Sotero Plazaola, alcalde hace dos legislaturas, se mostró muy receptivo. Estas dos últimas legislaturas, en cambio, se ha sentido incomprendido. Solo pide al Ayuntamiento que coloque la escultura en un lugar destacado del pueblo. A él le gustaría que se pusiese en la trasera del ayuntamiento, mirando a la casa consistorial.

Todo este asunto le ha cansado, pero no ha consumido sus fuerzas. Ahora está esculpiendo una mujer, a tamaño natural, como homenaje a las vascas que durante la guerra se quedaron a cargo de las familias mientras los hombres luchaban en el frente. “Es una mujer con un niño en brazos, mirando al frente”, concluye.