De trabajar de tornero, a elaborar el queso Súper Oro
Asier Osinalde dejó la fábrica para ser pastor y ha triunfado en el World Cheese Festival
zumarraga - Solo una quesería de Gipuzkoa logró la medalla Súper Oro en el World Cheese Festival que se celebró en noviembre en Donostia: el caserío Baztarrika de Gabiria. Al frente de esta quesería están Eli Elgarresta y su marido Asier Osinalde. Curiosamente, este último es de una localidad con poca tradición quesera (Zumarraga) y trabajó de tornero hasta hace pocos años. Decidió cambiar el torno por las ovejas y, viendo el resultado, se puede decir que la decisión fue acertada.
Los del caserío Baztarrika lograron cinco medallas en el World Cheese Festival: la mencionada Súper Oro, otra de oro, dos de plata y una última de bronce. Jamás habían conseguido tantas medallas en este concurso. Podían presentarse a cinco categorías y lograron medallas en todas ellas: pertenecientes a una denominación de origen, queso Idiazabal, queso de oveja, producción limitada y ahumados.
Osinalde está muy contento, por supuesto. “Trabajaba en GSB, en la parte que ahora es FPL, de tornero. Hace 14 años decidí dejar la fábrica para trabajar en el caserío de mi mujer”, resume.
Camino largo y duro El camino que le ha llevado a hacer quesos merecedores de premios no ha resultado fácil. “Me costó mucho aprender a hacer buenos quesos, pero he tenido una profesora muy buena: mi suegra Amelia Jauregi. Es muy difícil llegar a su nivel, pero creo que poco a poco lo estamos consiguiendo”.
En 2016 se hicieron merecedores de otros dos reconocimientos: el premio a la mejor explotación en Idiazabal y una medalla de plata en La Seu d’Urgell. En cuanto a las ventas, venden desde casa, en las ferias, en las carnicerías ATA y Salegi de Zumarraga y Gabilondo de Antzuola, en los ostatus de Ezkio y Gabiria y en la tienda de comestibles de Itsasondo.
Osinalde reconoce que se ha arrepentido “más de una vez” de haber cambiado el oficio de tornero por el de pastor y quesero. “Todo el que se mete en un negocio piensa alguna vez ¿qué he hecho?, pero la verdad es que las ventajas superan a las desventajas. En este trabajo estoy todo el tiempo con mi familia, mientras otros trabajadores apenas tienen tiempo para estar con sus familiares. Por otro lado, eres tú mismo el que marcas el nivel de exigencia. Siendo un asalariado, es otro el que marca los objetivos y el que presiona. Aquí la única presión que tengo es la que me pongo a mí mismo. Eso sí, si algo va mal, todo cae sobre nuestra cabeza”, concluye.
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