Las vacaciones son sinónimo de diversión. Pero, al mismo tiempo, pueden ser el momento ideal para aprender fuera de las aulas y vivir nuevas experiencias. A lo largo de esta semana, la tecnología se ha ido de campamento en Bergara. Veintidós chavales de entre 11 y 16 años se han adentrado en el mundo de la robótica y la programación gracias a los udalekus que por primera vez se han puesto en marcha en el museo Laboratorium.
Promover las vocaciones científicas y tecnológicas, a la vez que se desarrollan habilidades combinándolas con el ocio, es el objetivo que persigue el programa que hoy cierra su primera edición en la villa mahonera. “Me gusta experimentar. Coger piezas y empezar a montar cosas”, explicaba esta semana Jon Agiriano, que se afanaba en programar un robot, codo con codo con Ibai González. “Me da que hemos colocado mal algunas piezas. Se nos ha complicado un poco”, apreciaba su compañero de batalla.
El taller Inventor Lab Expert y Kbot animatronic (robótica educativa) ha estado capitaneado por el bergararra Jon Loidi. “Están montando y programando robots con Lego Mindstorms, y, además, aprenderán a programar juegos con la aplicación Tynker”, detallaba este estudiante de Ingeniería Electrónica que se estrenaba en estos campamentos tecnológicos. Aunque a su pueblo ha llegado con cierta experiencia acumulada, después de haber participado en los udalekus de las mismas características que en las dos anteriores semanas se han llevado a cabo en Ordizia.
estimular la creatividad El proyecto educativo Camp Tecnológico está al frente de esta iniciativa que también fomenta el trabajo en equipo y la innovación entre niños y adolescentes, marcándoles un reto y estimulando su creatividad. “A través de Minecraft, un juego que tiene un gran tirón entre los chavales, aprenden a programar. Ven que pueden hacer modificaciones sobre el juego base, que al gustarles, gana en atractivo la actividad. Y, asimismo, tienen una primera toma de contacto con conceptos que a futuro podrán identificar si van por la rama de ingeniería”, exponía el hernaniarra Aitor Lopetegi que ha llevado la batuta del segundo taller que estos días se ha impartido, en este caso en la ganbara del palacio Errekalde.
Este estudiante de robótica (también acredita el título de Informática en FP) es todo un experto en esto de los campamentos tecnológicos. Lleva tres años viviendo una experiencia que califica “de muy buena”. “A mi me sirve, igualmente, para repasar la materia y ¿por qué no?, para sacarme un poco de dinero en verano”, comentaba sonriente este joven de 22 años.
Los campamentos tecnológicos echan hoy la persiana en el museo Laboratorium. Y a juzgar por las caras de sus protagonistas, la experiencia ha sido satisfactoria.