La Fundación Peñascal, nació en el barrio Peñascal de Bilbo hace más de 30 años. Guillermo Malcorra, el impulsor y director del proyecto en Tolosa, conocía ya por aquel entonces a uno de los curas que desarrollaron la idea. La casualidad lo llevó a Chile de voluntario, y allí supo lo que se estaba gestando en Peñascal. Desde el principio tuvo ganas de intentar algo parecido en Tolosa, y los primeros pasos los llevaron a montar un pequeño taller en Amezketa.
Hace algo más de 20 años aquel pequeño taller se trasladó al polígono de Usabal en Tolosa, donde sigue en la actualidad. La central sigue estando en Bilbo, donde hay varios centros repartidos en diferentes barrios; y en Tolosa se concentra la oferta para Gipuzkoa.
La fundación abarca varias disciplinas y campos de actuación que interactúan entre sí para ofrecer a los jóvenes las ayudas que gestionan junto a otras entidades públicas, como pueden ser las becas de transporte, el alojamiento, el servicio de comedor, los proyectos de inclusión social y, por supuesto, la formación. A grades rasgos, Peñascal juega en dos terrenos: en la formación y en la intervención social.
La principal oferta formativa que ofrece el centro son dos módulos de Formación Profesional Básica, anteriormente denominados CIP. Uno de ellos enfocado a la soldadura y calderería y el otro, a la cocina y hostelería. Estos estudios están dirigidos a jóvenes de entre 15 y 17 años y, una vez finalizados, posibilitan el acceso de los alumnos a grados medios. También ofrecen la oportunidad de obtener el graduado de Educación Secundaria Obligatoria.
La primera novedad del centro recae en que tiene sus propias empresas. Laiatzen SL, propiedad de Peñascal y situada en la planta baja del centro, es una empresa de inserción dedicada a la producción y servicios en líneas de calderería, soldadura y productos metálicos en general. En los últimos años se ha dedicado mayormente a la producción de mesas plegables para comedores de escuelas y fábricas, con muy buenos resultados. Por otro lado, la fundación también se hace cargo de la gestión del bar restaurante de Leaburuko Herri Ostatua, por medio de Peñascal Hostalaritza Zerbitzuak. Los alumnos pueden compaginar así las clases teóricas con jornadas prácticas, a parte de las prácticas laborales al finalizar los estudios.
Las instalaciones y el equipo de trabajo de Peñascal colaboran también con diferentes programas de Lanbide, Incorpora, Aldiberea y Sepe, por lo que acaban reuniéndose en las aulas alumnos de una y otra formación.
Formación reglada Ovidiu, Mamadou, Rada y Paula son algunos de los jóvenes que en breve terminarán el curso escolar en Peñascal. La situación y motivación que han llevado a cada uno de ellos a estudiar en el centro son diferentes, pero todos coinciden en que trabajando se aprende.
Ovidiu Rostas está en segundo curso y las últimas semanas las ha dedicado exclusivamente a realizar las prácticas en empresa, en su caso en Laiatzen. “Lo que más me gusta es el montaje y el taller, así que ahora estoy feliz de pasar aquí abajo las horas”, cuenta el joven. Mamadou Doumbia llegó hace menos de dos años a España desde Malí y ahora que está terminando el primer año, trabaja con las piezas a dos mesas de su compañero. “Quiero aprender todo lo posible -cuenta Mamadou-, porque quiero tener un trabajo con el que ganarme la vida”.
Paula Romay y Rada Lacatus preparan el comedor del restaurante de Leaburu. Las dos están en el primer año de hostelería y Paula aún no tiene del todo claro si quiere dedicarse a ello en el futuro. “En realidad me apunté para poder conseguir el título de la ESO-confiesa la joven-, y después veré lo que hago, pero en la fundación estoy a gusto”.
Intervención Social Peñascal también colabora con la Diputación como centro de día o centro ocupacional y mediante la gestión de pisos de emancipación. Mediante el proyecto del centro ocupacional, la fundación trabaja para integrar a los huéspedes en las dinámicas del resto de estudiantes. Así, a diferencia de la mayoría de los centros ocupacionales repartidos por el territorio, en Peñascal los participantes aprenden un oficio.
Son cuatro los pisos de emancipación que gestionan en Tolosaldea: uno en Alegia y tres en Tolosa. Con cabida para cuatro o cinco personas cada uno, estos pisos están destinados a los jóvenes mayores de 18 años que han vivido en pisos tutelados y necesitan recursos para poder seguir estudiando.
El san Benito Durante algunos años se especializó con una gran mayoría de marroquíes que llegaban en masa y hoy en día en sus aulas se reúnen más de diez nacionalidades. Cuando las cosas se hacen bien y por el bien, funcionan. Y Tolosaldea tiene la suerte de contar con un centro, que no el único, dispuesto a trabajar para ayudar.