zumarraga - Goikoetxea es como de la familia para los propietarios del emblemático hotel-restaurante de Zumarraga. No en vano, nació en el mismo Etxeberri, cuando todavía era un caserío en el que vivían varias familias y una de ellas regentaba una sidrería. Goikoetxea empezó a trabajar en la sidrería de los Zubizarreta siendo una niña y ha participado en la transformación de esta sidrería en uno de los restaurantes más conocidos y respetados de Gipuzkoa. El Etxeberri no sería lo mismo sin esta mujer. Es la que recibe a los comensales y se encarga de que su estancia sea grata.

¿Cómo era la sidrería?

-Gran parte de lo que ahora son el hotel y el restaurante eran terrazas y la sidra la hacíamos nosotros mismos. Tanto el vino como la sidra la embotellábamos nosotros. El vino venía en barricas. También servíamos cazuelitas: callos, chorizo frito...

¿Qué ambiente había?

-Venían las familias de Urretxu y Zumarraga y el ambiente era muy bonito, muy sano. La sidrería la llevaban los padres del difunto José Manuel: Gregori y José, con sus hijos José Manuel, Isabel e Inés.

¿Cómo pasó de ser una sidrería a ser el restaurante de banquetes por excelencia?

-Poco a poco se fueron cerrando las terrazas para transformarlas en comedores, en los que se comía a la carta. El proceso comenzó cuando yo tenía unos 18 años. Después, se construyó el hotel. Fue cuando se casó José Manuel cuando el resto de las familias que vivíamos aquí abandonamos Etxeberri. El caserío era de los Zubizarreta y los demás estábamos a renta.

Ha trabajado durante toda su vida para los Zubizarreta. ¿Qué puede decir de ellos?

-Siempre me han hecho sentir como una más de casa. Como una hija. Han pasado 45 años desde que empecé a trabajar aquí y tanto antes como ahora me han tratado como a una más de la familia.

Algo habrá puesto usted de su parte para ser tan querida...

-Nuestro padre nos inculcó que al trabajo hay que ir siempre sonriente. Nunca me ha costado venir a trabajar y nunca he mirado la hora de salida. Lo mío es vocacional. Siempre me he sentido muy a gusto en el trabajo y en la relación con los clientes. Cada vez me queda menos tiempo para jubilarme, pero no pienso en ello. Nunca me he planteado el tema, pues trabajo muy a gusto. Pienso seguir mientras pueda.

Mucha gente no cree en la frase ‘El trabajo es salud’, pero parece que usted está totalmente de acuerdo con ella. ¿Cuál es su secreto?

-El secreto consiste en dejar los problemas personales en casa y llegar al trabajo sonriente, con ilusión. Hay que intentar, por encima de todo, hacer agradable la estancia del cliente. Para eso, hay que ofrecerle un buen servicio. Creo que mi forma de ser, en lo que respecta a la relación con el trabajo, me viene de mi padre. Era un hombre muy trabajador. Una gran persona. Le hubiera hecho mucha ilusión ver que me han dado un premio por mi trabajo. Vivo en Arrasate y vengo todos los días a las 8.00 de la mañana, feliz. Mi padre vio que venía feliz a trabajar y eso le alegraba.

¿En qué consiste su labor?

-Consiste en asesorar al cliente en el menú y hacer que se sienta como en casa. Si he llegado hasta aquí, es gracias a la familia del Etxeberri. Todo lo que sé me lo han enseñado ellos.

En estos 45 años de trabajo ha atendido a miles de personas. Casi todos los vecinos de Urretxu y Zumarraga han comido alguna vez en el Etxeberri, pero también muchas personalidades.

-Tratamos a todos igual. Procuramos que el trato sea cercano, respetuoso y familiar. Creo que lo solemos conseguir.

¿Qué ha supuesto el premio para usted?

-Es la guinda de la tarta. El colofón a una trayectoria laboral que espero que se alargue mucho aún. He recibido muchas felicitaciones y eso me hace aún más feliz. El premio, aunque lo haya recibido yo, es un premio a todos los trabajadores del Etxeberri. Esto es un trabajo en equipo. A la hora de acordarme de alguien en especial, tengo que acordarme de José Manuel y de Inés. Ver que me han dado un premio les haría muy felices.