donostia - “Una vez que escuchas cantar La Salve repites”. En eso coincidían muchos de los donostiarras que, con motivo de la tradicional misa de la víspera de la Virgen, llenaron ayer la basílica de Santa María para disfrutar de las voces del Orfeón Donostiarra.
La misa, que estuvo oficiada por el obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, arrancó a las 18.30 horas, aunque la gente empezó a llegar bastante antes para coger sitio. Con el templo abarrotado, se cerraron las puertas, pero siguió llegando gente con ganas de escuchar al Orfeón que se tuvo que quedar fuera. En ese grupo estaba María Josefa Albiztur, que llevaba desde las 18.45 intentando entrar. “He llegado tarde a la misa pero tenía la esperanza de poder pasar. Pero es imposible, no entra ni un alfiler”, aseguraba la donostiarra. Finalmente, en cambio, concluida la misa y con el coro ya cantando, se abrieron las puertas para que los que no habían podido entrar escucharan las voces del Orfeón Donostiarra, que estuvo acompañado de las voces de antiguos orfeonistas y de los niños del Orfeón Txiki.
El Ave María de Usandizaga y La Salve de Réfice -compuesta expresamente para ser interpretada en la víspera del día de la Asunción por la agrupación- fueron las obras que interpretaron los coralistas. Los aplausos retumbaron en la iglesia y en la calle Mayor de la Parte Vieja. Los que pudieron disfrutar de los cánticos desde dentro aseguraron que se trataba de algo “especial” que no había que perderse. “Es un auténtico placer poder escucharles. A mí se me han puesto los pelos de punta”, confesó Martín Ibañez. “Vengo todos los años porque mi hijo canta y nunca dejaré de emocionarme”, añadió.
“ha merecido la pena” Familiares de algunas de las voces de la agrupación, donostiarras aficionados a La Salve y turistas que se acercaron al ver el ambiente fueron algunos de los que llenaron el templo. “Hemos visto que muchísima gente se acercaba a la basílica de Santa María y no sabíamos por qué. Por suerte hemos llegado a tiempo y hemos podido entrar. Ha merecido la pena. Estaba a tope pero ha sido un placer para mis oídos”, afirmaba Juan Carlos Pérez, un gallego que visitaba la ciudad con motivo de las fiestas.
No obstante, pese a la emoción y los aplausos, también hubo quien no se sintió a gusto. “Si saben que va a venir tanta gente que lo organicen mejor. Es una faena tener que escucharles desde fuera porque está hasta arriba”, aseguraba Mario Ibarra.
autoridades La tradicional Salve a la Virgen volvió a contar, además, con la presencia del alcalde de la Donostia, Eneko Goia, tras la ausencia de Juan Karlos Izagirre durante los cuatro años de Gobierno de Bildu (aunque sí acudían miembros del Ejecutivo municipal a título personal). Junto a Goia se sentaron en las primeras filas Miren Azkarate (PNV), Ernesto Gasco (PSE), Miren Albistur (PP) o la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, así como las consejeras de Educación, Cristina Uriarte, y de Competitividad, Arantxa Tapia.
Tras la polémica surgida hace varias semanas por la propuesta de Goia de retomar el paseíllo de autoridades, que al final no se llevó a cabo, el alcalde decidió acudir a la misa a pie dando un paseo desde el Ayuntamiento junto con varios ediles de su partido.