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"Me alegra que se haya recuperado el edificio de Santa Ana para actos culturales"

"Me alegra que se haya recuperado el edificio de Santa Ana para actos culturales"

Eskoriatza. La vida de Leopoldo Medina también ha estado ligada al cine. A la labor que hace posible que las películas que se proyectan en la gran pantalla no pierdan su calidad y magia. Durante dos décadas sintió de cerca el murmullo del público antes de que se apagaran las luces en la sala de la antigua capilla del convento de Santa Ana. Para entonces, como bien detalla, ya había hecho los deberes: ese trabajo preciso y muy meticuloso que consistía en empalmar los rollos de las cintas y que con la era digital ha pasado a formar parte de las páginas nostálgicas del séptimo arte. De talante abierto y simpático, Medina rememora con añoranza aquella función que aprendió cuando era chaval en su localidad natal, el municipio extremeño de Albalá, mientras desgrana el funcionamiento de las máquinas que manejó y que aún se conservan en el museo Ibarraundi. Protagoniza esta entrevista, repleta de recuerdos, después de su rutinario paseo diario que cierra con un reconfortante caldo en el hogar del jubilado; un hábito que práctica desde que se retiró de la vida laboral hace 13 años (tiene 75).

Eche la mirada atrás y cuéntenos sus inicios como proyeccionista.

Aprendí en mi pueblo, Albalá (Cáceres) cuando tenía 13 años. Recuerdo que iba a recoger las películas a otro municipio porque entonces el coche de Correos no entraba en el pueblo. En los años 60 vine a Aretxabaleta donde trabajé en la fábrica Cerrajería Valle Leniz y me propusieron hacer las pruebas para cubrir las funciones de operador en el cine parroquial de esta localidad. Acepté gustosamente (sonríe). Allí estuve seis años hasta que en los 70 me trasladé a Eskoriatza a vivir. El boca a boca hizo que al reabrirse el cine en Santa Ana acudieran a mí para que asumiera las tareas de proyeccionista, y accedí tras reunirnos con el alcalde y acordar que a esas horas no estaría de servicio (fue agente de la Policía Municipal hasta su jubilación). En el cine estuve unos 20 años hasta que volvió a cerrarse.

¿Qué recuerdos guarda de aquellos años?

El aforo de la sala era amplío y se llenaba. Yo me encargaba del montaje de los rollos de las películas, colocando y ajustando las bobinas de celuloide y poniendo todo a punto para su proyección si se trataba del formato convencional de 35 mm o en cinemascope. ¡Cómo me gustaba hacerlo! Los últimos años usamos un proyector que se colocaba en medio del pasillo.

Así que iba mucha gente al cine...

Muchísima. La función de los sábados por la tarde, a las cuatro, se llenaba de niños. ¡Qué ilusión les hacía! Hacían cola más de media hora antes. Los pases eran, salvo en días festivos, los fines de semana y los jueves, que se conocían como Jueves de bragas. No se llamaba así por nada malo... Era porque ese día los novios quedaban para ir al cine. ¡Cuánta gente disfrutaba del cine! Es una pena que se haya perdido esa costumbre. Las películas pueden verse sin moverse del sillón de casa y ahora hay muchas más alternativas para el ocio. Entonces no había otra cosa y el cine de Santa Ana estaba bien para Eskoriatza.

Tantos años junto al foco del proyector le han permitido disfrutar de infinidad de películas. ¿Sería capaz de elegir una como su favorita?

¡Qué complicado! Se proyectaron tantas películas y muchas repetidas. Entonces en su mayoría eran del oeste y policiacas, de acción, no como ahora que hay muchas de amor (se ríe). El filme Tiburón tuvo mucha aceptación, se exhibió tres o cuatro veces la misma semana.

Tendrá muchas anécdotas...

He vivido muchas historias (vuelve a esbozar una sonrisa). Era el cine parroquial así que las escenas que no estaban bien vistas se censuraban. Bajaba la ventanilla del proyector y cuando controlaba que había pasado la escena en cuestión, volvía a levantarla. También tenía que hacer frente a algunos improvistos como cuando se partía el carbón, algo que solía ocurrir en más de una ocasión, y la pantalla se quedaba en negro. ¡Anda que no se escuchaban silbidos y gritos entre el público!.. Pero, por lo general, he vivido momentos muy agradables. El feeling con la gente era mutuo.

¿Con qué se quedaría?

Sin duda, con la buena relación que tuve con los espectadores. Se hacen también amigos.

¿Sigue disfrutando del cine?

No suelo ir a las salas de cine. Sin embargo, raro es el día en que no vea la película del oeste que todas las tardes emite ETB-2. Mi nieta de 13 años me suele decir: "Abuelo, ¿ya estás otra vez con el peliculón?" (suelta una carcajada). Me gustan las películas de antes, y actores como John Wayne y Victor Mature. A los de ahora no les conozco casi.

La antigua capilla de Santa Ana ha vuelto a abrir sus puertas, reformada y con el nombre de Zaldibar antzokia. ¿Qué le han parecido las instalaciones de la nueva sala multiusos?

Me ha gustado el resultado de la obra. Eskoriatza no disponía de un equipamiento de estas características, así que está muy bien que se haya recuperado este edificio para celebrar en él actos culturales.