“Estoy disfrutando de poder dedicar, por fin, todo mi tiempo a la música y a mi familia”
Javier Busto es un reconocido músico y director de coros, pero su profesión ha sido la medicina, al menos hasta que se jubiló en agosto del pasado año. Ahora, puede dedicarse “más plenamente” a su gran pasión.
hondarribia - Nacido en la calle Mayor de Hondarribia, Javier Busto, de 65 años, se dice “un completo enamorado” de su ciudad, “en especial del Casco Histórico, que es una auténtica joya”. Sus paisanos lo conocen más en su faceta de músico, como compositor de fama internacional y director de coros, como Eskifaia, luego Canta Cantemus y ahora Aqua Lauda. En Lezo, en cambio, lo conocen también en su faceta de médico, ya que allí ejerció la mayor parte de su carrera. Distinguido hace años con la Insignia de Oro de Hondarribia, el pasado sábado fue homenajeado con un concierto muy especial, para el que amigos y compañeros de Busto conformaron un coro y estrenaron seis obras.
¿Cómo se sintió el sábado?
-Fue una noche muy emocionante, con buena música, un coro excepcional y con amigos que vinieron para este homenaje desde lugares como Galicia, Barcelona, Valladolid, Salamanca, Zamora... Me sentí muy halagado y a gusto, muy agradecido.
Ha compaginado usted medicina y música hasta hace poco más de un año. ¿Cómo vive la jubilación?
-Estoy disfrutando muchísimo de la tranquilidad, de poder estar con mi familia, en especial con mi nieta y deseando hacerlo con otro nieto que está en camino... Y de la música. En este año y poco he estado viajando por media Europa, dando talleres, dirigiendo coros o como jurado en concursos. En Turquía, Eslovenia, Hungría, Austria... Y este viernes emprendo mi cuarto viaje del año a Italia. Tener ahora todo el tiempo del mundo para componer y viajar con la música es algo maravilloso.
¿Alguna vez pensó en dejar la medicina y dedicarse plenamente a componer y dirigir?
-Lo barajé al principio, pero eran otros tiempos, en los que dedicarte a la música pasaba necesariamente por ser también profesor. Y la idea no me terminaba de convencer, ya que además no tenía formación académica. Estoy contento con haber ejercido la medicina, que es una profesión que me ha aportado mucho, a la vez que uno también se implica en ella. En estos últimos años, he visto en mi consulta cómo la crisis económica pasaba factura a las familias y a su salud. Dirigir un coro y hacer música es una forma de terapia grupal directa, y como médico, uno también hace terapia grupal, aunque indirectamente, caso por caso.
¿Qué piensa un músico como usted cuando ve que músicos que venden millones de discos se quejan no solo de la piratería con fines de lucro, sino incluso de que la gente comparta sus discos?
-Es un tema complejo, porque se trata de algo cultural, de educación de una sociedad. En los países nórdicos, en Alemania, en Estados Unidos o en Japón, donde se venden muchas de mis partituras, se respeta mucho al autor. Mi mujer y yo fundamos una editorial propia para mis obras. De una partitura, que puede costar dos euros, me llevo el 10%. Y aún así, en países como el nuestro, no solo se fotocopian, sino que algunos las copian y las venden por su cuenta. Para mí, sería impensable poder vivir de los derechos de mis obras.
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