parece un disparate, una cifra exagerada, desorbitada. Nada más lejos. 38 es el número exacto de puentes que tiene Tolosa. Claro está, en esta lista entran las pasarelas sobre el río Oria y sus afluentes, pero el recorrido serpenteante de este río ha obligado a los tolosarras durante siglos a construir puentes para acercar las dos orillas de la villa. Los puentes son en Tolosa tan necesarios e imprescindibles para desarrollar la vida diaria, que sería impensable imaginar una Tolosa sin ellos.
Los puentes han tenido una importancia vital en la evolución de las culturas y su importancia a través de los siglos ha residido, no solamente en su papel de unión de caminos y rutas, sino muchas veces para controlarlos. El escritor tolosarra Mikel Telleria tiene publicado un libro en el que, además de enumerar todos los puentes que tiene Tolosa en la actualidad, se detiene a describir cada uno de ellos. Sostiene que la creación de Tolosa fue posible, allá por el siglo X u IX, como consecuencia de la existencia de dos puentes: el de Arramele y el Navarra o Naparzubia.
Las características físicas y geológicas de la vega y el río determinaron que el espacio que hoy ocupa Tolosa fuera el primero, aguas arriba, por donde el cruce del cauce del río era posible. “Su anchura y la profundidad de su caudal hicieron factible que los primeros pobladores de la vega pudieran construir un paso estable y seguro entre ambas orillas”, explica Telleria.
Cuando a principios de la Alta Edad Media los caminos y rutas, cuyos trazados discurrían con seguridad por las partes altas de los valles fueron descendiendo al fondo de estos, el cruce de los ríos alcanzó una importancia vital. En esta época las comunicaciones, el transporte de mercancías y el trasiego de personas empezó a ser habitual. La gente necesitaba pasos seguros sobre los ríos.
En la vega de Laskoain en Tolosa se unían las rutas del interior peninsular y de Navarra hacia la costa. Además, las características del río permitían la construcción de pasos seguros, que se materializaron en los primitivos Arramele y Naparzubia. Primero fueron construidos sobre estructuras de madera y después, hacia el siglo XIII y XIV, de piedra.
La importancia estratégica del municipio dio lugar, además, a la construcción de la Torre de Andia y posteriormente a las torres de Iurreamendi y Laskoain, destinadas las tres a controlar estas importantes rutas comerciales.
Diez puentes
Sobre el cauce principal del río Oria a su paso por Tolosa existen en la actualidad diez puentes; son el puente de la Guadalupe, el de Arramele, el de la Armería, Naparzubia o puente de Navarra, el puente Nuevo, el de Berazubi o puente de Alfonso X el Sabio, el de Mustad o los Noruegos, el de SAM o Iurreamendi, el de Olarrain, el de Arzabaltza, el de la papelera Arzabalza, el de Alegia y el de Ikaztegia. Estos dos últimos pertenecen a Tolosa, aunque los unan con Alegia o Ikaztegieta. A estos diez hay que añadir los puentes sobre la regata de Elduain, sobre la del Araxes, sobre Bedaioko Erreka y sobre la regata que baja de Uzturre, llegando en total a los 38.
Merece destacar que la historia del puente de Arramele se remonta al primitivo asentamiento de habitantes en el terreno que hoy ocupa Tolosa. Hasta el siglo XIII estaría construido de madera, excepto los puentes romanos. Por aquellas fechas se construyó el primitivo puente de piedra que perduró hasta finales del siglo XVIII.
Su estructura era similar a la del puente de Navarra, con cuatro arcos, aunque quizá un poco más primitivo. Entre los años 1781 y 1785 se construyó el puente actual 50 metros río abajo del existente. Mikel Telleria menciona en su publicación que la construcción creó gran polémica, ya que las propuestas del Ayuntamiento chocaron frontalmente con las posiciones de las autoridades provinciales, proclives a reformar el que había. Tras varios años de desencuentros, su construcción fue materializada.
El puente de Navarra o Naparzubia es el puente de piedra que une Tolosa con el camino hacia Navarra. Construido hacia el siglo XIII, Telleria supone que anteriormente a este habría otro para garantizar la comunicación con Navarra, aunque seguramente sería de madera, ya que hasta el siglo XIII no se generalizó la construcción de puentes de piedra. El puente, de 4,30 metros de anchura, en principio tenía cuatro arcos, sin embargo, las continuas riadas y, sobre todo, la de 1787, obligaron al Ayuntamiento a añadirle un quinto arco y se fue ensanchando.
Bajo sus arcos y apoyada en ellos, hasta el año 2010 existió la presa de Naparzubia que alimentaba el molino de Elizaldea y el de Armeria, entre otros. Esta presa, que tenía una singular rampa salmonera construida con canto rodado, había sido construida en el año 1556.