Hondarribia - Además de regentar su farmacia en la calle San Pedro, Jose Mari Erauskin terminó la carrera de Derecho “hace apenas tres años”. Ahora, dentro de Stop Desahucios, está ejerciendo esa tarea de experto en leyes y defensor de familias que se ven abocadas a la ejecución hipotecaria.
¿Por qué decide usted implicarse en la labor de Stop Desahucios? ¿Había trabajado en algún otro tipo de causas o colectivos de carácter social?
-Hasta enero del año pasado, había ejercido como abogado únicamente en causas relacionadas con la defensa de los derechos de los animales, esa era mi experiencia. Al conocer que se había constituido Stop Desahucios Hondarribia, contacté con la plataforma para ofrecerme a colaborar con ellos como abogado, aun no teniendo ninguna experiencia en todo esto de las leyes y normas hipotecarias. Un día fui a una reunión de Stop Desahucios Bidasoa, en Irun, y el caso de Flora, una octogenaria que iba a ser desahuciada, me impactó. Ver a esa mujer sola, llorosa y derrotada fue lo que me hizo dar el paso de integrarme en la plataforma, además de trabajar como abogado.
¿Qué balance hace de los casos que se han dado en Hondarribia desde que se creó Stop Desahucios?
-Hasta ahora, no ha habido casos extremos, de esos en los que un grupo de gente acaba plantándose en la vivienda de una familia para impedir que los echen y se queden en la calle. Pero sabemos al menos de tres familias que contactaron con nosotros y han perdido su casa en este año y medio. Y seguro que habrá habido más gente que haya tenido que salir de su casa, negociando de alguna forma con las entidades bancarias.
Este lunes había dos vistas en los juzgados de Donostia relacionadas con procesos de ejecución hipotecaria de hondarribiarras, y hay otra la próxima semana. ¿Cuántos casos tiene en estos momentos entre manos Stop Desahucios Hondarribia?
-Estamos trabajando en cinco casos. De ellos, la entidad financiera ha ido en cuatro directamente contra el avalista y en el quinto, contra el deudor y contra el avalista, ambos a la vez. ¿Que cómo es posible que se vaya contra el avalista sin haber ido primero contra el deudor de la hipoteca? Pues porque la gente firma bajo el epígrafe de avalista cosas que, siendo legales, le han venido impuestas, con una total falta de transparencia y generando un desequilibrio de derechos y deberes claramente abusivo a favor de la entidad financiera. El avalista, sin saberlo y firmando como tal, renuncia a sus derechos y pasa de ser fiador de un préstamo a convertirse en deudor solidario. Una cosa es la actividad de la banca, que puede ser necesaria de alguna forma, y otra, los abusos bancarios, que es contra lo que luchamos. El problema, al final, es que la gente termina tragando o simplemente desconoce lo que tiene en su contrato, porque ni se lo han contado como es debido, en palabras y números, ni es justo y equilibrado entre las partes. Y la gente no puede gastar 4.000 euros en abogado, procurador y tasas para reclamar, por ejemplo, que no se le aplique una comisión de 30 euros por enviarle un papel diciéndole que se ha retrasado en el pago de su cuota de hipoteca. Y lo peor es que las entidades corrigen esos abusos solo cuando se lo exige una sentencia, y no de facto en todo el resto de sus hipotecas. Ahí, como el cliente no pleitea, siguen abusando de algo que saben que de ir a un juzgado, iban a perder.
La vivienda es muy cara en Hondarribia. ¿Presenta por esto particularidades en los casos de ejecución hipotecaria?
-Estamos en una ciudad un tanto especial. Se están dando los abusos bancarios como en todas partes, ya que las entidades son las mismas. Pero lo que ocurre es que la renta media de Hondarribia están pudiendo soportar y asumir, de forma temporal y no sin privaciones, hechos como, por ejemplo, pagar 200 euros más por el IRPH. Por otro lado, hay padres que tienen alguna propiedad como un garaje, un local o un dinero a plazo, que están vendiendo o gastando para ayudar a sus hijos en una situación extrema. Por eso, el problema de los desahucios no se ha desatado aún con la virulencia que ha tenido en otros municipios del entorno, como Irun, sin ir más lejos. Pero mucho ojo, porque podría llegar, con retraso pero con mucha dureza, porque las deudas hipotecarias son más altas por los precios de la vivienda.