urretxu - ¿Cómo empezó en la hostelería?

-Mi hermano había estado trabajando en la hostelería y, como me gusta hablar con la gente, yo también decidí dedicarme a ello.

Aprendió el oficio en el bar El Reloj de Donostia.

-Trabajé los fines de semana, durante varios años. Fue una buena escuela. Mi profesor fue varias veces campeón de España de coctelería. Me enseñó la picaresca del oficio. Por ejemplo, antes de abrir el bar echaba papeles al suelo para que pareciera que ya había pasado gente.

De allí fue al bar de la estación de Zumarraga.

-El cambio fue brutal. A mediados de los 80, el bar de la estación de Zumarraga parecía el Lejano Oeste. Era muy duro. Por aquel entonces era un bar bastante marginal, al que iban muchos yonkis y putas. El ambiente era un poco sórdido.

¿Qué anécdotas recuerda de aquella época?

-Recuerdo que estando hablando con un cliente, llegaron unos camilleros y le pusieron una camisa de fuerza. He visto a gente que estaba bastante peor que aquel... En otra ocasión, un guardia civil que estaba totalmente borracho empezó a decirme que le había cobrado de más un bocadillo. Se fue calentando, hasta que me sacó la pistola. Le tuve que enganchar la pistola.

Por el bar de la estación pasaría, además, gente conocida.

-Con Leopoldo María Panero, por ejemplo, hice una gran amistad. Me solía preguntar a ver si estaba muy loco. Me gusta escribir y le entregué algunos de mis relatos. Le gustaron y me presentaba a todos como escritor. Solíamos hablar mucho. Tanto, que perdía los trenes. Me decía que cogería el siguiente, pero a veces se le hacía de noche en el bar. Urtain también entró más de una vez. Solía tomar DYC con gaseosa y siempre dejaba propina.

El bar Eire será bastante más tranquilo que el de la estación.

-En 15 años no ha venido nunca la Ertzaintza. Allí, en cambio, era algo habitual. En el Eire vivo mucho más tranquilo. Esto es el paraíso. La gente viene de buen rollo, no hay peleas, no hay droga... Era lo que buscaba.

¿Le sigue gustando el oficio?

-Sí, aunque cada vez se me hacen más duras las labores que no se ven. Cargar las cámaras, por ejemplo. Para que un bar funcione, es necesario que todos los trabajadores se impliquen en el proyecto. Tengo a las mejores camareras, Marisol y Elena, y a mí mujer, Karmele. Sin ella no tendría nada: ni Eire, ni aire.

¿Ha cambiado mucho el ambiente nocturno en Urretxu y Zumarraga?

-Ha cambiado todo. El ambiente ha bajado mucho. Los chavales tienen otras costumbres, como el botellón. Además, hay mucha competencia: entre el pintxo-pote, el 2+1 y el 3+8... Esto es el sálvese quien pueda. Para aguantar hay que tener mucha creatividad. Por otro lado, antes la gente echaba ocho tragos en otros tantos bares y ahora se queda sentada en el sitio que más el gusta. Hay mucho arroz para poco pollo.

Organiza torneos de ajedrez y de mus.

-El de ajedrez lo empecé a organizar animado por los clientes. Hemos conseguido cosas importantes: se creó un programa de ajedrez ex profeso para este torneo, trajimos al campeón del mundo Ponomariov... En cuanto al mus, es mi pasión. Soy el vigente campeón del torneo del Eire. Me considero un jugador decente. Mi maestro fue mi padre. Al mus hay que jugar tranquilo y hay que saber hacer un poco de teatro.

También le gusta la literatura.

-He ganado varios certámenes de literatura y soy amigo de varios escritores. Por ejemplo, Nieves Abarca o Armando Requeixo. Estoy escribiendo una novela. Algún día la acabaré. Me gusta sobre todo la novela negra. De todos modos, mi libro favorito es la única novela que escribió Edgar Allan Poe: Las aventuras de Arthur Gordon Pym. También me gusta mucho el cine. Sobre todo, el francés. Y en especial, la nouvelle vague.

Su txoko guipuzcoano favorito. La Antigua, en Zumarraga, y Lourdes-Txiki, en Donostia.

Un paisaje idílico. Otzaurte en otoño, cuando ya está pasando la temporada de hongos. Ir a por hongos es otra de mis aficiones.

Una fiesta o un evento cultural. Me gusta la romería de Santa Isabel, en La Antigua, aunque nunca puedo ir. Además, todos los años voy a algún concierto del festival de jazz.

Un monte. Beloki. Hace bastante que no subo, pero me trae recuerdos de mi infancia.

Una playa. Ondarreta.

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