Sustituyeron al tranvía y convivieron con los donostiarras durante 25 años. Los trolebuses y sus cables forman parte de la historia del transporte público donostiarra, pero hace ya 40 años que desaparecieron de las calles.
Fue en 1948 cuando comenzaron a circular por Donostia, en lugar de los tranvías, que tras años sin modernizarse, no ofrecían ya un servicio adecuado a los ciudadanos. Concretamente, el primer trolebús lo estrenó la línea Benta Berri y, un año después, se extendió a la de Amara. Desde el principio convivieron con los autobuses, que poco a poco les fueron ganando la partida.
Sin embargo, en esa incipiente década de los 50 los trolebuses resultaban notablemente superiores a los autobuses diésel en lo que respecta a potencia, aceleración, accesibilidad y suavidad de marcha, según relatan los archivos de Dbus. Además, aunque entonces no se tenía demasiado en cuenta, los trolebuses no generaban emisiones contaminantes, al contrario que sus competidores.
Durante esos 25 años de funcionamiento hubo en Donostia trolebuses de las casas Hispano Suiza y But, de un piso y también de dos. Estos últimos llegaron a Donostia en 1961, procedentes de Londres, y causaron una gran expectación entre los ciudadanos, deseosos de descubrir la nueva perspectiva de la ciudad que les aportaba mirarla desde esa altura. También su llegada al puerto de Pasaia fue comentada y seguida por cientos de ciudadanos, que vieron cómo los descargaban. Al proceder de Inglaterra, la Compañía del Tranvía de San Sebastián tuvo que adaptarlos y cambiar de lado las puertas de acceso (la empresa guipuzcoana Irizar se encargó de ello en algunos casos).
El declive
A medida que avanzaba la década de los 60, en cambio, empezó el declive de los trolebuses. Las nuevas líneas que creó la Compañía del Tranvía, dos de las más importantes de la actualidad, las cubrieron autobuses: la que llegaba hasta la ciudad sanitaria y la de Altza. Además, en 1968 se sustituyó una de las veteranas líneas de trolebús, la de Benta Berri, por un autobús. Lo mismo sucedió tres años después en las líneas de Gros y Amara: el último servicio de trolebuses se prestó en la línea entre el Boulevard y Errenteria en diciembre de 1973 y el último vehículo de este tipo circuló por Donostia pocos meses después.
La necesidad de postes y cables que, a su vez, afectaban a la estética de la ciudad, fue uno de los handicaps que pesó en la Compañía del Tranvía a la hora de decantarse por eliminar los trolebuses. También se tuvieron en cuenta los problemas que ocasionaban cuando se soltaban y los cobradores tenían que salir a recolocarlos y no ayudó una ley estatal que subvencionaba a las empresas que sustituyeran trolebuses por autobuses.
Todos estos factores condicionaron la desaparición de un medio de transporte eléctrico y poco contaminante. Su nombre, en cambio, no desapareció del todo: son muchos los mayores donostiarras que siguen llamando trolebús al autobús.