"Aquí la gente se preocupa más por la salud de sus dientes y no les importa tanto la estética"
Ernesto Toledo, de 39 años, vino de su Barcelona natal a Hondarribia hace dos años, para abrir Hondarribia Klinika, dedicada a la odontología y la podología, junto a las hondarribiarras Maialen Maiza, su pareja, y Nora Maiza, su cuñada.
Hondarribia - Hace algo más de dos años que hizo la mudanza para venirse a Hondarribia y Ernesto Toledo se muestra "encantado" de vivir y trabajar en aquí. Tanto que, señala, "entre el trabajo y la familia, apenas tengo tiempo de echar de menos Barcelona, salvo por la familia y los amigos".
-¿El dentista nace o se hace? ¿Lo suyo es vocacional o era de los que tenía pavor al dentista de niño?
-Mi madre es médico y la medicina fue mi vocación desde muy pequeño. En carnavales, casi siempre me disfrazaba de médico. Eso sí, mi madre alguna vez me dijo eso de "mejor estudia odontología, así no tendrás que hacer guardias". El caso es que estuve cinco años yendo cada mes al ortodoncista y veía que era un trabajo que me gustaba. Al final, me animé a estudiar odontología. Sin duda, en mi caso al menos, es algo totalmente vocacional.
-Hace dos años que usted y las hermanas Maiza abrieron Hondarribia Klinika, dejando atrás sus trabajos en prestigiosas clínicas de Barcelona y afrontando el riesgo y la inversión que supone abrir un nuevo negocio, y más en tiempos de crisis. ¿Cómo les ha ido?
-La verdad es que estamos muy contentos de cómo han ido las cosas y de haber tomado en su día la decisión de dejarlo todo y venirnos a Hondarribia, a la casa de Maialen y Nora, que también es ahora la mía. Hemos trabajado bien y estamos siguiendo la filosofía que nos marcamos desde el inicio: invertir en tecnología y formación todo el beneficio que vamos generando. Ahora mismo, acabamos de comprar un aparato de radiografías en tres dimensiones que no hay en ninguna otra clínica del Bidasoa y que es muy útil para el diagnóstico y la planificación de la cirugía de implantes dentales. Antes teníamos que mandar a la gente a Donostia, ahora lo pueden hacer aquí mismo, en Hondarribia. En resumen, la apuesta profesional y personal de venirnos a Hondarribia está yendo bien. Yo estoy muy a gusto.
¿Y cómo afronta una clínica como la suya un panorama como el que tiene hoy su sector? ¿Cómo ve la proliferación de grandes cadenas de clínicas de odontología?
-Nuestra especialidad está viviendo desde hace algunos años una especie de revolución, eso es verdad. Hay grandes cadenas que ofrecen sus servicios, más estandarizados, con calidad y a un precio muy atractivo para el público. Pero esto es como la alimentación, que sufrió su revolución. Surgieron los supermercados, luego los hipermercados... Pero la tienda de barrio o la tienda gourmet siguen ahí y tienen su hueco. Lo nuestro es algo así como una tienda gourmet en odontología: nos preocupa mucho la calidad, la buena atención al paciente y tratamos de estar a la última en tecnología y conocimientos.
¿Qué diferencias ve entre los pacientes que atendía en una gran ciudad como Barcelona y los que atiende aquí en Hondarribia?
-Las problemáticas con las que acude el paciente son más o menos iguales, pero la gente aquí es más seria, tienen un mayor nivel cultural y de conocimiento. Y más formalidad, a la hora de cumplir con las citas o para pagar, por ejemplo. Y sí veo que aquí el paciente vela más por su salud que por la pura estética. Lo primero es que el diente o la boca estén bien, no les importa tanto la estética, que también, pero la prioridad es que si se hace un arreglo, esté bien hecho y que dure, no que sea blanco, por poner un ejemplo.
¿Le ha cambiado mucho la vida en Hondarribia? ¿No echa de menos la gran ciudad?
-Mi vida ha cambiado, porque estoy en una ciudad pequeña, también he sido padre, con lo que eso conlleva... Estoy muy contento y a gusto en Hondarribia. Es una ciudad que lo tiene todo. Es un lujo vivir aquí: la cercanía de la gente, el paisaje, el mar, la montaña tan verde, Donostia, Biarritz, Navarra e Iparralde a un paso... Y si quieres algo más, está Bilbao. Creo que me estoy integrando bastante bien. ¡Hasta me he hecho socio de la sociedad Itsas Lur! Eso sí, de momento, solo me atrevo con los arroces, que es lo único a lo que creo que aquí no se le pilla bien el punto en la cocina, por que por lo demás, se come a las mil maravillas.