rECORDARÁN una bicicleta azul turquesa aparcada este pasado verano en el paseo de La Concha que vendía cookies con helado. Una idea novedosa que se incorporó a la oferta culinaria ambulante donostiarra, pero que no duró mucho tiempo. Y es que la venta ambulante de comida en Donostia no está permitida, salvo "los puestos de toda la vida", como el de patatas fritas de la Concha cerca de Alderdi Eder, los de castañas asadas de la plaza Pío XII o del Buen Pastor, o la churrería de Amara. Excepciones a las que se suman los puestos de las tradicionales ferias, como Santo Tomás, San Sebastián Gastronomika o el espacio de comidas del mundo que se estrenó en las terrazas del Kursaal durante las fiestas de la Aste Nagusia.

La pregunta es por qué el Ayuntamiento se resiste a autorizar la venta ambulante de comida y lo permite en estos eventos gastronómicos tradicionales y masivos, más en los tiempos de crisis que corren pudiendo esos pequeños negocios ser una forma de autoempleo para jóvenes y desempleados.

Según explicó a este periódico una trabajadora municipal de la oficina de información del Ayuntamiento, los puestos de venta de comida en la calle "no están permitidos en la ciudad". "Solo se autorizan los puestos de toda la vida, aquellos que llevan muchos años, por tradición", señaló, al tiempo que añadió que una vez se jubilen sus propietarios ya no serán cedidos a las próximas generaciones.

En realidad, no existe una normativa que regule la ocupación de la vía pública con estos pequeños negocios de comida en la calle. La concesión de autorización para ejercer la venta ambulante en Donostia es "discrecional", es decir, el Ayuntamiento se reserva el derecho de decidir si dar el permiso o no.

En este sentido, el criterio de actuación municipal viene siendo "el restringir la concesión de autorizaciones de venta ambulante en todo el término municipal", tal y como recoge una de las resoluciones dictadas por el departamento de Servicios Urbanos que denegó en su día la colocación de carritos de perritos calientes fuera del estadio de Anoeta.

las 'cookies' de marti

Una forma de autoempleo

La joven Marti Kilpatrick, propietaria del pequeño business sobre ruedas de cookies con helado se encontró este pasado verano con la misma respuesta. Solicitó autorización al citado departamento, pero lo único que recibió fue un no por respuesta. También tocó la puerta del departamento de Fiestas, pero se encontró con que había que pagar unas tasas "excesivas". "Así que traté de buscar alternativas, hablando con bares que tenían terraza al lado de la acera, etc. y al final conseguí colocar mi bicicleta en el local de La Concha, evitando la necesidad de permiso", relata Marti.

Tras el verano, decidió retirar el puesto de cookies y ahora sigue pensando cómo dar continuidad a su pequeño negocio de autoempleo.

Eso sí, no se quedó de brazos cruzados y puso en marcha a finales de octubre una recogida de firmas en la página www.change.org para pedir al Ayuntamiento de Donostia que dé permisos para la venta ambulante de comida. Hasta la fecha, ha logrado algo más de un centenar de apoyos.

"Si puede ponerse un puesto de comida en la calle durante la feria San Sebastián Gastronomika, ¿por qué no hacerlo durante todo el año? Con normas, cumpliendo las regulaciones sanitarias, se puede hacer. Pensamos que el Ayuntamiento podría hacer la prueba, otorgar algunos permisos durante un año y si funciona continuar", afirma Marti, al tiempo que insiste en que sería una buena opción de autoempleo.

criterio del ayuntamiento

"Solo si es tradicional"

Marti Kilpatrick no es la única a la que se le ha denegado la posibilidad de colocar su puesto de comida en la calle. Otros donostiarras con otras ideas tampoco consiguieron el permiso.

Los motivos por los que el Ayuntamiento rechaza este tipo de venta de comida en la calle no están muy claros en tanto que no hay una normativa. Lógicamente, se puede deducir que existen razones sanitarias, pero también un interés por preservar la imagen o el paisaje urbano de Donostia y quizá también para no dañar al propio sector hostelero local.

Respecto al segundo motivo, se puede constatar en las resoluciones que ha dictado el Ayuntamiento en los últimos años. En ellas, el departamento de Servicios Urbanos argumenta al solicitante al que se le ha denegado colocar un puesto de comida en la calle que "no tiene característica de tradicional en la ciudad".

Además, recuerda que su criterio es "restringir" la concesión de autorizaciones, limitándose a aquellas referidas a la venta ambulante "en determinadas zonas del centro de la ciudad, por su carácter histórico o tradicional", lo que se reduce a patatas fritas, castañas y churros.