errenteria. El Ayuntamiento de Errenteria, hoy a las 19.00 horas en la Casa Xenpelar, entregará la Distinción Honorífica y rendirá un modesto homenaje a la comparsa de gigantes y cabezudos y a Iñaki Tolaretxipi. Iñaki Badiola, que lleva 39 años portando los gigantes, cuenta cómo va a vivir estas fiestas.
¿Qué supone este reconocimiento?
El homenaje para nosotros es muy conmovedor. Cuando nos comentaron que éramos los homenajeados nos alegramos mucho porque son muchos años trabajando en esto, estamos muy implicados y, además, no nos lo esperábamos. Pero tenemos que puntualizar que el homenaje no es a la comparsa sino a los gigantes Xanti y Maialen. La comparsa se encargará del lanzamiento en su nombre. Al fin y al cabo, los gigantes Xanti y Maialen se han integrado totalmente en el pueblo, eso es porque se ha hecho un trabajo enorme durante años.
¿Por qué decidieron bautizarlos como Xanti y Maialen?
La gente nos preguntaba cómo se llamaban y cada vez les decíamos unos nombres diferentes, pero pensando un poco decidimos que como eran fiestas de madalenas la chica se llamaría Maialen y por el día de Santiago, el chico, Xanti. Ambos representan a los baserritarras del pueblo.
¿Desde cuándo desfilan en fiestas?
Desde 1919. Cuando yo lo cogí era un crío, tenía 16 años. Entonces era muy diferente porque la comparsa salía a hacer su paseo a las 8.00 y a las 8.30 se acababa. Pero ahora, sobre todo desde que entró Imanol Etxeberria hace trece años, se ha innovado mucho y en vez de pasear únicamente los gigantes hacemos que bailen y acoplamos sus bailes. Ahora hacemos varios ensayos.
¿Cuántas personas forman la comparsa de gigantes y cabezudos?
Antes dos personas, Miguel y yo, hacíamos todo el recorrido con los cabezudos. Pero ahora estamos seis, tres parejas. Así el recorrido se hace más llevadero y cuando te toca llevar el gigante bailas más a gusto porque estás más descansado. Es que cada día hacemos dos pases, uno por la mañana y otro por la tarde. Se empezó con dos gigantes y seis cabezudos y hoy en día estamos 17 personas.
¿Es muy difícil lidiar con las estructuras de los gigantes?
Tienen cuatro metros de altura y pesan 44 kilos y no son fáciles de llevar. Somos tres parejas y esas parejas nunca cambian, por lo que la coordinación de los gigantes es muy buena. Tenemos muchísimas danzas e incluso a veces improvisamos. El requisito indispensable para entrar a la comparsa es saber bailar.
¿Es fácil encontrar relevo generacional para estas actividades?
Hay cola para entrar. Este año han entrado dos nuevos, pero los veteranos tienen muchos entre 18 y 20 años. Hay muy buen ambiente y al final los cabezudos, los gigantes y los txistularis formamos una gran familia porque pasamos muchas horas juntos y conocemos los problemas de cada uno.
¿Cómo se inició la costumbre de que los niños entregaran los chupetes a los gigantes?
Comenzó hace unos 20 años, a raíz del chupete que puso una niña, la nieta de Ferretería Otaño, y se convirtió en tradición. Cuando los padres quieren que sus hijos dejen de usar chupete les dicen que se lo van a dar a Xanti o a Maialen para que lo guarden y parece que los niños lo entienden mejor. Hoy en día tenemos unos 350 chupetes guardados que los exponemos en un escaparate durante las madalenas y cada uno trata de buscar el suyo.
¿Han preparado algo especial?
Como novedades este año hemos hecho danzas nuevas con los muxikos de Beti Prest y en Navidad organizamos un teatro.
¿Está nervioso para lanzar el chupinazo mañana?
Nervioso, emocionado e ilusionado. Un chupinazo en el pueblo no lo echa cualquiera. La comparsa me cedió el honor porque soy el más veterano y estoy muy agradecido. Es una satisfacción muy grande estar en el balcón.