Navarra es el epicentro de un escándalo cuyas réplicas hacen temblar la política en Madrid y que tiene toda la pinta que tendrá consecuencias en todas las direcciones. Ahora mismo, la cuestión es despejar la interrogante sobre el auténtico alcance del denominado ‘caso Koldo’. Es decir, si la trama que descubre el informe de la Guardia Civil se ciñe a los tres protagonistas principales -SantosCerdán, José Luis Ábalos y Koldo García- o tiene un alcance de efectos sísmicos. En el PSOE, como es normal, tratan de reducir el círculo a los tres encausados, pero conviene no fiarse. Hasta esta semana, el escándalo no desbordaba el perímetro de Abalos. De lo que se ha podido leer, ver y escuchar, me quedo con las palabras de la presidenta de Navarra, María Chivite, que entre lágrimas confesaba que en los audios que han descubierto la trama le era imposible reconocer al Santos Cerdán de su confianza. Si son dos personas distintas, nos podemos preguntar quién de las dos es el auténtico Santos Cerdán. ¿El intachable compañero de partido que creía la presidenta o el malhechor que revelan las grabaciones?. La segunda opción sería la mejor. Es decir, una’ persona sin escrúpulos que medra en la política con aviesas intenciones. La otra es la corrupción como un modus operandi, que convierte la política en un lodazal que te engulle.
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