Mi amigo Luis, periodista, es donostiarra en Madrid que, la tierra tira, suele venirse de vez en cuando y aprovecha para disfrutar de un encuentro. Como profesional riguroso en su oficio y abierto de mente, cuando le preguntamos cómo le va se limita a comentar: “Aquello es irrespirable”. Evidentemente, no se refiere al madrileño ambiente de terraceo, cañita y múltiples opciones de ocio. Por oficio, tiende a pulsar la atmósfera política y se reconoce despavorido ante lo que lo oye, lo que ve y lo que soporta.

Al amigo Luis, cuando cae por aquí, se le nota como relajado, jubiloso y con un punto de envidia. “No sabéis lo que supone liberarse de aquello”. Y hablamos, como quien pasa revista a una colección de patologías, de la señora Ayuso, su pareja, el alcalde Almeida, la omnipresente rojigualda, las vomitonas parlamentarias, las portadas de la prensa, los becarios persiguiendo a microfonazos a las figuras más desaforadas a la salida de los plenos, las manifas a toque de corneta, los inmisericordes sitiadores de Ferraz, la chulería de una ultraderecha venida arriba…

Salvemos las distancias, faltaría más, pero el ambiente que describe el amigo Luis tiene un aire de que estamos ante un golpe de Estado desplegado desde los frentes político, mediático y judicial. Es insoportable asistir cada día al machaque verbal del presidente del Gobierno, contra quien disparan insultos envenenados, un presidente que ha pasado de felón a mafioso en la escalada de eructos en plan jauría. Al amigo Luis, periodista veterano, le repugna la diaria filtración de whatsapps. Audios, documentos judiciales, videos y todo tipo de basura teledirigida para desgastar –y desgastar rápido- a un Gobierno que no lo tuvo fácil ya desde su primer día. Añádase a ese ruido la barra libre de bulos, infundios y patrañas esparcidos profusamente por las redes, y tendremos ya implantada la tensión en la calle.

Para colmo, ahí anda el PSOE pegándose tiros en el pie en presunto cuadrillaje con corrupción de fondo de los Koldos, los Ávalos, los Cer4dámes, las Leires, toda esa inmensa decepción para quienes creímos en una alternativa progresista. El derrumbe del núcleo duro de Sánchez ha sido un auténtico festín para la jauría del PP, ansiosa de poder, encantada de vomitar nuevos y más hirientes exabruptos que serán repicados por calles y plazas madrileñas con el eco mediático que nunca les faltará. Entre unos y otros, están consiguiendo que la política huela a mierda.

Allá, en Madrid, no hay quien viva si mantiene alguna sensibilidad por consolidar una democracia igualitaria. Aquí, en Euskal Herria, a veces tapándonos las narices, vamos tirando. Pero, amigo Luis, no podemos evitar un sentimiento de congoja, de honda preocupación, al comprobar lo difícil que resulta salvar la democracia, la libertad y el progreso.