HACE ahora justo un mes, el pasado 31 de agosto, decenas de hondarribiarras seguían, con suma atención, la delicada operación de traslado y colocación de Mariñel, el último barco de madera de la flota arrantzale local, en una de las líneas del viejo carro varadero, en el entorno de la Benta.

La nave, construida en el año 1988 por un astillero de Bermeo, había sido retirada del uso en 2010 y permanecía anclada en Kai Berria. Un año después, en marzo de 2011, el Ayuntamiento de Hondarribia se la adquirió a sus armadores, con la intención de colocarla en la Benta y que un día fuera parte, como barco visitable, de un centro de interpretación de la pesca y el mundo arrantzale.

El proyecto, la idea original, partió de Sustraia Taldea, un grupo de hondarribiarras, ligados algunos a la pesca y otros no, que trabajan desde hace alrededor de siete años por recuperar y dar a conocer la memoria de esta actividad, y sobre todo, empeñados en que el barrio de Portu y la Benta, hoy convertida en un aparcamiento, no pierdan el sabor arrantzale que tuvieron hasta hace pocos años.

La base de este proyecto es la idea de reconstruir la Benta Zaharra, el edificio de la lonja de subastas de pescado que se edificó detrás de la iglesia de La Marina allá por el año 1925 y estuvo en uso hasta 1976. Un proyecto que debe superar barreras administrativas (la zona es competencia de Puertos del Gobierno Vasco y además requiere de un cambio de uso en la planificación urbanística) y también económicas (el presupuesto necesario para la obra). Los integrantes de Sustraia Taldea, por ahora, han empezado la tarea de recuperar y arreglar el Mariñel.

traslado y primeras reparaciones

Pintado de la cubierta

"Nada más colocar el barco en su lugar, empezamos con las tareas para repararlo. Lo primero ha sido pintar la cubierta, que es de madera de pino y corría mayor peligro de estropearse", explicó ayer a este periódico Imanol Garmendia, uno de los integrantes de Sustraia Taldea.

La operación para colocar Mariñel en su emplazamiento se llevaba preparando desde hace mucho tiempo. En Sustraia Taldea tenían ya apalabrada la compra de una línea de carro (ya que el original de Hondarribia fue desmantelado hace años). Pero hubo que esperar al permiso otorgado por la Dirección de Puertos del Gobierno Vasco, que llegó a finales de julio, y poner todo en marcha.

"La verdad es que todo fue muy bien, gracias a la colaboración del barco de salvamento marítimo Bidasoa, que remolcó el Mariñel, y a la inestimable ayuda de los buceadores de la Cruz Roja, además de los buenos cálculos de Enrique Lekuona, uno de los integrantes de Sustraia y también ingeniero naval", apuntó Garmendia.

Pasado el momento del traslado y colocación del barco, se hace necesario planificar cómo se va a mantener el Mariñel en las mejores condiciones posibles, ya que no es bueno para una embarcación así permanecer fuera del agua del mar.

"Es verdad que esto puede dañar el casco y ocasionar algunas grietas, pero afortunadamente, el Mariñel tiene un tratamiento especial en el casco de la madera que hace que el estar a la intemperie y fuera del agua no lo dañe tanto", relata Garmendia.

No obstante, desde Sustraia reconocen que "tras haber permanecido casi tres años anclado en el puerto, el barco necesita algunas reparaciones urgentes". Con este fin, los integrantes de Sustraia han intercambiado conocimientos con Albaola Itsas Kultur Erakundea de Pasaia, que tiene un largo recorrido en la recuperación, reparación y reconstrucción de barcos antiguos.

"En los próximos días esperamos poder instalar un andamiaje y empezar a arreglar algunas de las fisuras que tiene el barco en su casco, para después, pintarlo entero", relató Garmendia.

Mientras duran las reparaciones, desde Sustraia esperan "que el Ayuntamiento pueda habilitar algún presupuesto para sufragar los gastos imprevistos que tuvo el traslado del barco y para seguir con el proyecto".