En estas líneas, recordamos el reportaje que este periódico realizó a Jazinto Lizarralde en 2012
Conoce mejor que la palma de su mano todos los rincones de la sierra de Aizkorri, Aloña y otros parajes montañosos. Jazinto Lizarralde es a sus 80 años un hombre incansable y lleno de energía. Un mendizale en toda regla. Y es que este oñatiarra, de sonrisa permanente y actitud agradable, atesora en su currículum un buen número de marchas montañeras. Un cúmulo de aventuras, anécdotas y logros que serán ensalzados en el homenaje que Lizarralde recibirá el domingo en el marco de la VIII Subida Alpina a Aloña. La cita será a las 13.00 horas en la Herriko plaza, durante el reparto de los premios a los ganadores de la prueba.
"Cuando era pequeño recorría todos los alrededores del Aloña cuidando del ganado. Entonces lo hacía por obligación; más tarde empecé a hacerlo por afición y porque me gusta el deporte", explica este oñatiarra muy conocido en su pueblo. "Por nuestro oficio, el de carnicero, hemos tratado con mucha gente", recuerda Lizarralde que hurga en su privilegiada memoria para desmenuzar pequeños retazos de su interesante vida.
"No he participado en carreras y todo lo que he hecho ha sido por mi cuenta. Eso sí, me he preparado bien antes de emprender una marcha, física y mentalmente", puntualiza. "En el primer Kilometroak, que tuvo lugar en Beasain en 1977, di nueve vueltas al circuito; corriendo y andando", rememora sonriente.
140 kilómetros en 37 horas
Pero lo mejor vino después. En 1981, con 50 años, protagonizó toda una hazaña propia de las travesías de larga distancia. Un pionero en la modalidad: En 37 horas atravesó el Gorbea, Anboto, Udalaitz y Aizkorri para culminar en Larraitz tras pasar por el Txindoki. Un total de 140 kilómetros. Se dicen pronto. "Pasé dos noches fuera y conté con la ayuda de diez amigos que por turnos me fueron acompañando en el recorrido", concreta Lizarralde.
Seis años más tarde comenzó a organizarse la marcha montañera de Los Tres Grandes (Hiru Haundiak); una cita en la que Jazinto tomó parte durante tres ediciones consecutivas. La crestería del Aizkorri se la conoce de cabo a rabo. Sirva como ejemplo que en los 80 hizo cinco vueltas seguidas al trayecto Arantzazu-Aizkorri, que con anterioridad ya había cubierto hasta en tres y cuatro ocasiones el mismo día.
"A mí el monte me ha dado muchísimo. He podido disfrutar del gran patrimonio que nos rodea", asegura Lizarralde que ya jubilado, a la edad de 70 años, ni corto ni perezoso se animó a hacer el Camino de Santiago, un viaje que llevaba tiempo barruntando.
Aquella tampoco fue una experiencia cualquiera. Lizarralde la impregnó de su sello particular. En once meses, de enero de 2000 a septiembre de 2001, completó cuatro veces la histórica ruta desde cuatro puntos distintos: Roncesvalles-Santiago (764, 5 kilómetros); Roncesvalles-Santiago-Finesterre (778 km); Cádiz-Santiago-Ferrol (1.265 km); y Hendaia-Santiago-Oporto (1.122 km).
Con 80 años, -"este año cumpliré 18 al revés", se ríe-, sigue disfrutando de escapadas a la montaña. Todos los días, como un reloj: "Salgo a las ocho de la mañana y para las 12.00 ya estoy de vuelta", apunta este oñatiarra. "Si hace malo voy hasta Aran-tzazu por la carretera y si hace bueno dejo el coche donde los frailes y subo al monte", agrega. Siempre con su inconfundible uniforme: sus pantalones cortos, si el tiempo no lo impide.
Pasado mañana será homenajeado -también lo fue en 1978 en el Txindoki- por sobrados méritos. Ha recibido la noticia con "mucha ilusión". "El hecho de que se hayan acordado de mí es motivo de agradecimiento. No me lo esperaba; creo que no merezco tanto", concluye sin perder la sonrisa de su rostro. Seguro que sí se lo merece.