Donostia. El alquiler diario de toldos en las playas donostiarras ha disminuido un tercio respecto al año anterior, según informaron fuentes del departamento de Playas del Ayuntamiento de Donostia. Uno de los principales motivos del descenso en el uso de estos parasoles destinados a quienes no tienen abonos de temporada ha sido el mal tiempo que ha sacudido la capital guipuzcoana en este verano, que entra en su recta final. De hecho, sólo en el mes de julio se contabilizaron 21 días de lluvia.
Uno de los trabajadores de La Concha explicó a este diario que, de los 430 toldos de esta playa, unos 36 están destinados al alquiler diario. El resto corresponde a abonados. De los reservados para arrendar por jornadas, este verano solo se han alquilado la mitad en muchas jornadas soleadas. El precio por una jornada bajo un parasol en las playas donostiarras asciende a 12,20 euros en el caso de los toldos de las tres playas. En el caso de las sombrillas de Ondarreta, el precio es de 16,20 euros, mientras que las carpas del mismo arenal cuestan 20,30.
Además, como se recordará, la playa de La Concha cuenta desde el verano de 2010 con menos parasoles que en años anteriores. El Ayuntamiento suprimió la mitad los toldos que se instalaban hasta 2009 a causa de una orden del Ministerio de Medio Ambiente, que exigía al Consistorio que dejase un tramo más ancho de arena seca en la costa donostiarra.
Así, el Ayuntamiento eliminó las 180 sombrillas que existían en esta playa, así como 280 de los 711 toldos, por lo que redujo a la mitad estas instalaciones y dejó La Concha con un total de 430 toldos disponibles. Cumplió así la Ley de Costas, que llevaba esquivando varias temporadas por cuestiones de estética y de tradición, según explicaron algunos responsables municipales en su momento.
La medida adoptada suscitó una encendida polémica entre los usuarios habituales de los tradicionales parasoles, que tuvieron que participar en un sorteo para lograr mantener "su" trozo de sombra en las playas. El azar implicó que muchas personas, abonadas desde décadas atrás, se quedaran sin sus emplazamientos habituales en la playa.