mIENTRAS que algunas ciudades no saben ya cómo deshacerse de los candados del amor, invento que surgió a raíz del libro Tengo ganas de ti, del autor italiano Federico Moccia, otras comienzan a sufrir los estragos de amontonar los anodinos trozos de metal en las barandillas de sus puentes. Incluso hay páginas web en las que se muestran los lugares en los que se lleva a cabo esta romántica práctica.

Y es que lo que en un primer momento es un gesto de amor representado con un candado, cuya llave se arroja al río como significado de la eternidad o sentimiento imperecedero, después se convierte en una masa de objetos oxidados que afea el lugar de paso de los turistas. Y es ahí donde comienzan los problemas.

¿solo una moda?

Cientos de ciudades candadas

La moda de los llamados "candados del amor", que las parejas de enamorados empezaron a colocar en el puente Milvio de Roma, se extiende como una plaga por todo el mundo, y ahora ha llegado hasta el puente María Cristina de Donostia, donde, a día de hoy, pueden contabilizarse unos veinte candados.

En ciudades como Granada o Benidorm, que tantos y tantos turistas acogen, también comienzan a atarse las cerraduras. Para algunos, es una manera romántica de sellar su amor mientras que para otros, no es más que una tontería, que no busca más que imitar lo que hacen los demás.

Sin duda, esta moda se concentra en lugares estratégicos. En el caso de Donostia, los candados se atan al puente desde el que se accede a la estación de trenes. De ahí parten muchos turistas en busca de sus hoteles y hostales, por lo que si por el camino se encuentran con unos cuantos candados y un río al lado, muchos no se podrán reprimir y acabarán echando sus anclas del amor en la barandilla.

Algunos deben estar tan enamorados que incluso graban sus nombres y la fecha de unión en los metales, como se puede ver en la imagen de al lado.

Algo tendrán que ver las ciudades en las que se ven tantos candados con el romanticismo. ¿A quién se le ocurriría escribir su nombre y atarlo para siempre junto con el de la persona a la que ama en un camino perdido por el que nadie pasará? Hay amores que necesitan candarse para sentirse más seguros y más cercanos a su pareja. Además, les resulta necesario que los demás lo vean.

el futuro del candado

Más que una moda

Por otro lado, el candado también puede ser una excusa para volver a visitar después de unos cuantos años la ciudad y asegurarse de que lo que una vez el humano ató no lo separó un Ayuntamiento disconforme con la moda.

Ahora solo queda esperar a si los ayuntamientos igualan al consistorio de Roma y habilitan soportes para que las parejas inspiradas por Moccia puedan expresar su amor sin que las farolas del puente o las mismas barandillas se vengan abajo. O, si por otro lado, deciden prohibir esta epidemia romántica de alguna manera que no afecte a los corazones de los que un día se unieron para siempre en una ciudad que no era la suya.