CON fama de golfo, ligón y etiqueta de republicano, el boxeador Isidoro Gaztañaga peleó contra los mejores púgiles del mundo. A pesar de tener una pegada extraordinaria, muy superior a la de su paisano Paulino Uzcudun, la historia no lo ha tratado bien por no haber sido "tan dócil hacia el régimen franquista como lo fue Uzcudun". 67 años después de su muerte, ni siquiera en Ibarra, su pueblo natal, saben que existió este genial boxeador y personaje poco convencional. A pesar de que murió muy joven, con 37 años, su intensa vida ha despertado el interés del escritor iruindarra Juan Osés, que el viernes presentará en Ibarra el libro que ha publicado sobre su biografía: Isidoro Gaztañaga, el boxeador que nunca existió.

Pocos datos nos han llegado sobre la vida y milagros de Isidoro Gaztañaga. "Descubrí su existencia por Internet y comencé a escarbar en su vida. No comprendía cómo Paulino Uzcudun de Errezil llegó a ser tan famoso e Isidoro Gaztañaga, a pesar de haber nacido en la misma época, a quince kilómetros de distancia y haber tenido una vida mucho más interesante que la de Uzcudun, no se había sabido nada. Para mí era un enigma y comencé a investigar en su biografía", declara Juan Osés, que ha publicado numerosas biografías de viejos deportistas hispanos, especialmente ciclistas.

Nació en 1906 en ibarra

Aprendió en París y boxeó en la Madison Square Garden

Su objetivo es reivindicar al personaje que encarnó Gaztañaga, con sus éxitos profesionales y sus importantes logros, sus luces y sombras. "El franquismo tapó a la gente que no era adepta al régimen. Uzcudun encarnaba el prototipo de raza vasca y española y era el estandarte del franquismo, pero era un soso falangista. Gaztañaga no fue sumiso ante el régimen", explica Juan Osés. Precisamente por ese vacío que se le ha hecho, Osés ha elegido para su publicación el título El boxeador que nunca existió.

Isidoro Gaztañaga fue un magnífico boxeador que nació en 1906 en Ibarra, siete años más tarde de que lo hiciera en Errezil Paulino Uzcudun. Gaztañaga siguió la estela de su paisano y fue a aprender a boxear al efervescente París de la mitad de los años 20. Más tarde cruzó el charco y peleó en numerosas ocasiones con grandes boxeadores de todo el continente americano, donde fue conocido como el bello Izzy.

Irregular en sus actuaciones, Gaztañaga lo mismo perdía con un púgil de tercera fila que noqueaba en el primer asalto a un excampeón del mundo. Peleó, entre otros muchos, con el gigante Primo Carnera, y no lo hizo con el gran Joe Louis por oscuros intereses de la mafia, que impidió que el Martillo de Ibarra tuviera la oportunidad que merecía de optar al cetro mundial.

"Con toda seguridad, si hubiera entrenado con más asiduidad, tenido más vocación y cuidado su físico mínimamente, habría llegado a ser campeón del mundo en una etapa de la historia el boxeo que produjo grandes púgiles, pero Gaztañaga era un tipo poco convencional, un poco golfo, que fumaba y se liaba con mujeres", defiende el autor de la publicación. Era guapo y lo sabían él y las mujeres. Dicen que se acostaba hasta con las esposas de los promotores de sus combates.

Era la época de las grandes veladas de boxeo en las que brillaban fenómenos como Primo Carnera, Max Schemelling, Joe Louis, Max Baer y otras figuras. "Como la Alemania de Hitler quiso utilizar a Schmelling como ejemplo de la raza aria y Mussolini intentó manipular al gigante Carnera, Franco consiguió poner a su servicio a Paulino Uzcudun como ejemplo de virilidad y de españolidad, dos términos que hoy producen rechazo a cualquier persona sensata", reconoce Osés.

Gaztañaga aprendió en París, pero después se desplazó a Argentina, Cuba y en Estados Unidos peleó en el flamante Madison Square Garden de Nueva York. "Entonces el boxeo era un buen entretenimiento para distraer a la masa y era un deporte muy conocido, como hoy el fútbol o el ciclismo", explica el biógrafo. La Gran Depresión iniciada en 1929 no sólo generó desesperación y resultados nefastos para la población mundial; también fue una época gloriosa para el pugilismo. Muchos boxeadores modestos pudieron superar los asaltos de la penuria económica en el ring.

con una pegada extraordinaria

Uzcudun siempre rehuyó enfrentarse a él

Gaztañaga fue un boxeador con una extraordinaria pegada, muy superior a la de Uzcudun, y aunque irregular, extraordinariamente espectacular y brillante "cuando tenía su día". Precisamente por su imprevisividad algunos de los grandes evitaron pelear con él y otros cayeron a la lona víctimas de esa pegada que era como la coz de una mula y que le valió el sobrenombre de El martillo de Ibarra.

Durante la Guerra Civil, un empresario despierto intentó que se disputara un combate entre Uzcudun, con calzón rojigualda; y Gaztañaga, con los colores de la bandera republicana. Pero Uzcudun siempre rehuyó pelear con él. "En el fondo sabía que iba a perder el combate", asevera Juan Osés.

El Martillo de Ibarra continuó con combates "a su aire" por el continente americano y lo hizo hasta que en 1944 fue abatido a tiros por un marido celoso en la ciudad de La Quiaca, en la frontera entre Argentina y Bolivia. Cuando murió con sólo 37 años la prensa el régimen apenas le dedicó algunas líneas despectivas como acostumbraba a hacer con quienes habían decidido no bailar el agua al dictador. Osés declara que "fueron crónicas en tono burlón y despectivo, y destacaban la falta de respeto hacia un púgil que tenía enorme clase y que fue siempre mucho más brillante que su paisano Uzcudun, el símbolo de la brava raza española en ese periodo oscuro de la historia".

Durante decenas de años la Federación Española de Boxeo, primero con el médico personal de Franco a la cabeza, y otros dirigentes más tarde, lo ignoraron por no haber sido tan dócil como su paisano el falangista Uzcudun. El libro que se presentará el viernes en Ibarra pretende devolver la memoria de este gran boxeador. "La derecha lo habrá encubierto, pero más me molesta que la izquierda no se haya encargado después de limpiar su memoria", reivindica Juan Osés.

Isidoro Gaztañaga tiene descendencia en Ibarra y todos han recibido con agrado este homenaje en forma de libro. Aún vive la hermana menor de Isidoro, Izaskun, y en Ibarra residen algunos sobrinos del gran Gaztañaga. "Fue tratado como un apestado y creo que es hora de hacer justicia con este personaje", demanda el autor de su biografía. El Martillo de Ibarra dejó su huella no sólo en el ring, y ahora un libro saca a la luz la corta pero intensa vida de este genial púgil más allá del deporte de las cuatro cuerdas.