"NO tengo hijos y los sobrinos tienen sus propios trabajos. No hay nadie que siga". Así afronta Elena Laburu, tras 30 años detrás del mostrador, la liquidación y clausura de El Andorrano, la segunda tienda más veterana de Donostia que echará el cierre en solo unos meses después de 151 años de historia. Laburu tiene 79 años y, finalmente, ha decidido disfrutar de su jubilación. Además de ella, que acude a diario a la tienda, son ahora las hermanas Mari Mar y Ana las que atienden al cliente, sobrinas de una dependienta que pasó 50 años al otro lado del mostrador. "También son como de la familia", apunta Laburu.

Ella forma parte de la cuarta generación de la familia Lafont, que ha regentado el almacén donostiarra desde 1860. Concretamente, es la viuda de Alberto Mañero, sobrino de Antonio Lafont. Y será ella la encargada de echar la persiana, aunque antes de hacerlo guardará y repartirá entre otros Lafont algunos de los pequeños tesoros que conserva el veterano Andorrano.

Entre ellos, una caja registradora de 1904: "Intentó comprárnosla la National", cuenta Laburu, en referencia a la empresa que fabricó esos aparatos a comienzos del siglo pasado, ya que apenas conservan alguno de esos ejemplares. En El Andorrano la máquina ha estado en funcionamiento durante casi 100 años, hasta que con el cambio de siglo Laburu decidió adquirir un ordenador. Incluso, con la llegada del euro en 2002, volvieron a recurrir a ella: "Nos venía bien porque incluía decimales para los céntimos", explica la mujer mientras muestra cómo, cien años después, la registradora funciona a la perfección.

La mayor parte de los mostradores también son centenarios, aunque en todos estos años los miembros de la familia Lafont han ido actualizando las marcas y la ropa a la venta. Eso sí, siempre se han mantenido como un almacén de ropa interior, de cama y camisas.

El negocio

El mismo producto, actualizado

Han mantenido el mismo producto y, también, una clientela fiel que, desde que vio el cartel de Liquidación por jubilación en el escaparate, pregunta ahora a Laburu dónde va a comprar las marcas que ella les ha vendido siempre: "Pusimos el cartel a finales de enero y los primeros días fue una locura, vino mucha gente. Un cliente nos preguntó cuántas camisetas de las que solía comprar nos quedaban y se llevó las doce que teníamos y nueve camisas".

A esos clientes y al resto de donostiarras les costará imaginarse la esquina de la calle Garibay con Peñaflorida sin El Andorrano, ya que el almacén ha estado ahí desde que se levantó el inmueble. En 1860 Santiago Lafont abrió su negocio, primero, en el local donde ahora está el bar Tanger. Un par de años después se trasladó a su ubicación actual, antes incluso de que se levantara el contiguo Palacio Foral o la plaza de Gipuzkoa. Era la época en la que se derribaron las murallas de la ciudad y cuando se estaban construyendo los edificios del actual Centro.

Aquellos años y hasta la Belle Epoque donostiarra El Andorrano vendía productos importados, pero también tenía un taller de producción propia del que salieron, por ejemplo, los ajuares de familias de la aristocracia que, cada verano, visitaban Donostia, imitando el estilo de las grandes tiendas de París. Así lo recuerda la publicación Comercios Donostiarras Centenarios, que dedica algunas páginas a la historia de El Andorrano entre otras de las firmas más veteranas de la ciudad.

El cierre

Fotografías y lámparas de gas

De aquellos años guarda Laburu, además de la caja registradora, una máquina de coser Singer, fotografías centenarias y lámparas de gas que continúan en las paredes de la tienda, que hace ya décadas cerró el taller contiguo para dedicarse sólo a la venta. El local, que en estos 150 años ha estado siempre alquilado por la familia Lafont, tendrá en breve nuevos dueños.