"Te montas en una cosa insignificante, viendo lo que ve una trucha", explica Javier Martínez Vesga, Musku, presidente del club Santiagotarrak y uno de los cinco monitores que baja el Bidasoa junto con los turistas. Es un apasionado del río que desde pequeño veía desde su casa y que consiguió cruzar un par de veces apoyado en bidones y maderas, ya que no sabía nadar.

El Bidasoa guarda innumerables secretos. Han sido miles los que han tenido que atravesarlo sin que nadie les viera. Ahora, también hay gente en el río, pero de arriba a abajo, a la luz del día, y con una tez mucho más alegre que la de los de antaño. Y es que el club de remo Santiagotarrak ofrece la oportunidad de realizar un trayecto que cada año reúne a miles de profesionales de la piragua, pero sin necesidad de ser deportistas.

Casco, chaleco, remos y piragua. La compañía de un experimentado monitor y de una furgoneta que acompaña a los piragüistas en la parte más complicada del descenso, los tres primeros kilómetros. El río está este verano "estupendo", gracias a la lluvia que hace que su caudal no sea tan escaso como en años anteriores.

"A la derecha el lado republicano y a la izquierda el monárquico", explica entre risas a los piragüistas novatos Musku. El presidente del club acudió el año 68 a Santiagotarrak y le dijeron que no podría remar sin saber nadar. Volvió al año siguiente y desde entonces no se ha separado ni del club que actualmente preside ni del río que le apasiona.

Martínez Vesga es uno de los cinco monitores que acompaña a los grupos. Calcula que unas 3.000 personas externas al club acuden cada año a Santiagotarrak para conocer el río Bidasoa desde dentro. En esas aguas los turistas se cruzan con socios que antes o después de trabajar cogen la piragua y se adentran en el río, o con grupos de jóvenes que entrenan para alcanzar buenos puestos en las competiciones.

Siempre prima la seguridad: no pueden faltar los chalecos y cascos de los piragüistas, el monitor lleva móvil y la furgoneta que traslada a los turistas hasta Endarlatsa acompaña a los remeros los primeros kilómetros hasta comprobar que todos los componentes de la expedición se las apañan bien con las embarcaciones, los remos y el propio río. De no ser así, siempre pueden abandonar a medio camino.

Toda una aventura

Naturaleza, sortear rápidos...

El club ofrece numerosas posibilidades, que incluyen contratar a un monitor que ofrece clases personalizadas, alquiler de piraguas, bajadas desde Endarlatsa hasta llegar al club después de sortear rápidos, lanzarse al agua para nadar en los rápidos de San Miguel, disfrutar de la naturaleza, la tranquilidad del río... y comprobar de primera mano que, como dice Musku, "el Bidasoa estos 40 años no ha hecho más me mejorar", tanto por la calidad del agua y como por el entorno.

No es lo único que ha mejorado, porque Santiagotarrak echó a andar en 1966 en un gallinero, con siete piraguas, catorce piragüistas y unos 25 socios. "No teníamos ni ducha, había un grifo con el que nos duchábamos. Y la separación entre el vestuario de hombres y mujeres era una cortina", recuerda Musku. Ahora preside un club con más de 600 socios, de los que unos 250 son deportistas y muchos de sus logros se publican en las páginas de deportes.

Pero quieren seguir creciendo y mejorando. Ahora dan los últimos retoques al nuevo pabellón que ocupan a la vera del Stadium Gal de Irun en el que los socios pueden guardar su piragua y salir al río cuando les venga bien. No les faltan proyectos ni planes para el futuro, por lo que aspiran a seguir con su continua mejora. El secreto lo tiene claro Martínez Vesga: "Te crees un producto. Si crees en lo que estás haciendo, lo que consigues es cumplir un sueño".