"NOS costó tres días llegar aquí. Yo sólo tenía trece años y para mí fue una aventura". Era julio de 1956 cuando Marian West, una joven inglesa, viajó con sus padres de vacaciones a una pequeña ciudad conocida como San Sebastián. 54 años después, su marido ha decidido que era hora de que Marian recuperara unos lejanos pero firmes recuerdos y le ha regalado una repetición del viaje. Ahora, a la Donostia del siglo XXI.
"Nunca supe por qué vinimos aquí de vacaciones. Mi padre estaba enfermo, tenía cáncer, y decidió disfrutar de sus únicas y últimas vacaciones con nosotras", explica Marian, de 67 años, en el hall del hotel Orly en el que ha pasado una semana con su marido, Robert.
Recuerda que en los años 50 y en una familia de mineros no era habitual ir de vacaciones y menos aún salir al extranjero. Por eso fue toda una aventura dejar Durham, en el noreste de Inglaterra (cerca de Newcastle) y venir hasta Donostia.
"Tuvimos que bajar hasta el sur de Inglaterra, atravesar el canal de La Mancha, llegar a París y, de allí, hasta aquí. ¡Ahora es bastante más fácil!", recuerda la mujer. Aunque, eso sí, han vuelto a tener que coger dos aviones, uno a Barcelona y otro hasta Donostia.
La ciudad que se encontró en 1956 la joven adolescente era bastante diferente a la actual. "Recuerdo el sol, ¡veníamos del norte de Inglaterra, casi de Escocia! Y que fue una época de probar cosas nuevas, nueva comida", explica Marian. También se acuerda de que acudió con sus padres a una corrida de toros en la vieja plaza del Chofre. "¿Aún existe?", pregunta, al tiempo que añade que salió horrorizada de la sangre y el espectáculo.
los mismos sitios
Con las fotos en la mano
Marian y sus padres se alojaron en una pequeña pensión regentada por dos mujeres, en el centro de la ciudad. Conserva una foto que se sacaron con ellas, con una dedicatoria y una fecha, el 5 de julio de 1956. "Organizamos el viaje para que coincidieran las mismas fechas que ella pasó aquí", sonríe Robert. Han intentado volver a la pensión, pero Marian no recordaba la dirección y no ha podido encontrarla. Lo que sí ha logrado es localizar la mayoría de las fotos que se sacó en las calles de Donostia hace 54 años, con la ayuda de algún recepcionista del hotel.
La mujer enseña unas pequeñas fotografías en blanco y negro. Algunas son en la playa de La Concha, con las casas del puerto y Urgull al fondo; otras de los alrededores de la plaza de Cataluña, en las que se ve la iglesia de San Ignacio; y otras, de ella sentada entre sus padres en una pequeña barca del Río Misterioso de Igeldo. "¡Está igual! Las mismas barcas, las mismas barandillas...", bromea Marian al mostrar otra foto sacada en el parque de atracciones, junto a una valla de madera que, hoy en día, todavía sigue allí.
En la semana que han pasado en Donostia la pareja ha intentado repetir las visitas a los lugares que Marian recordaba y han sacado nuevas fotos. "Pienso hacer un álbum con las viejas y, al lado, las que hemos sacado ahora en el mismo lugar", cuenta. En el álbum, sin embargo, faltará una que no han conseguido localizar: se ve a la joven de trece años en la fuente en una pequeña plaza, con tamarindos al fondo y la fachada de un inmueble. "Por los tamarindos nos han dicho que debía ser por aquí (por el Centro de la ciudad), pero no hemos encontrado ese edificio y tampoco la fuente", explica.
También pegará en su álbum alguna de las postales que ha adquirido estos días junto a las que su madre compró entonces, "en las que salían mujeres bailando flamenco, resultaba algo exótico", apunta. Aunque no fue el único regalo que se llevaron de Donostia: su madre compró una lámpara de araña de cristal que llevaron a su casa de Inglaterra, donde estuvo colgada bastante tiempo.
callejeando y de pintxos Aire romántico
En principio, la pareja británica pensaba acercarse algún día de estos a Biarritz, donde también pasaron algunos días hace 54 años, pero al final no se han movido de Donostia. "Ha resultado así", cuenta Marian. En una semana han paseado, comido pintxos en la Parte Vieja y callejeado todo lo que han podido: "¡Hemos andado muchos kilómetros!", sonríe Robert.
Han encontrado una ciudad mucho más edificada, modernizada y más ruidosa: "Recuerdo que entonces era más tranquila y estricta, me imagino que porque esto era una dictadura", apunta. Pero se han sorprendido de que el centro de la ciudad conserve el encanto romántico que conoció Marian. "Los edificios siguen ahí, y las iglesias también. ¡En Inglaterra algunas se han convertido en viviendas o en pubs!", relata. También continúa en su sitio la estación de tren a la que llegaron hace 54 años: "Está igual, es preciosa".
Entonces, aquel último viaje con su familia le sentó bien a su padre, aunque murió poco después, con sólo 47 años. Desde entonces ni Marian, ni su madre, ni los dos hijos que ha tenido con Robert habían regresado a la ciudad, aunque Donostia seguía presente en los recuerdos de la mujer. Hasta que su marido decidió dar el paso y hacerle este regalo. "Ya somos mayores, estamos casi en los 70 y a lo mejor luego no podíamos venir", comenta sonriente la mujer. Finalmente sí que lo han hecho y esta especie de vuelta al pasado le ha sentado incluso mejor a Marian. "Era un viaje sentimental y ha sido muy bonito regresar", insiste la británica sin dejar de sonreír.