"Los bolillos fueron mi salvación, me ayudaron a superar una depresión y me relajan y entretienen"
El próximo domingo alrededor de 160 encajeras de Gipuzkoa, Bizkaia y Cantabria se reunirán en la plaza de Pontika para celebrar su cita anual. La errenteriarra Carmen Cerro ha realizado un arduo trabajo durante los últimos cuatro meses para que todo esté a punto
Errenteria. ¿Cuánto tiempo lleva haciendo encaje de bolillos?
Empecé a los 52 años a aprender por segunda vez y voy a hacer 70, así que llevo 18 años practicando. También los hacía de pequeña, porque en los pueblos a las niñas nos enseñaban a hacer labores, pero luego me puse a servir y lo fui olvidando.
¿Qué le aporta esta afición?
Fue mi salvación. Cogí una depresión muy grande y entonces decidí volver a aprender. Mientras que estoy haciendo los puntos no pienso en nada, me relaja y me entretengo. Además, cuando me aburro de una labor, empiezo con otra. Ahora mismo tengo cinco empezadas. Yo no sé lo que es el aburrimiento.
¿Es un hobby
Es muy caro hacer bolillo. Yo cuando empecé me gasté 10.000 pesetas porque tuve que comprar 50 bolillos de los gallegos, el muñeco y una bobina de hilo.
Además de para puntillas, ¿en qué otras cosas se puede emplear esta técnica?
Para muchas cosas: abanicos, sábanas, cuellos, jerséis para niños, patucos, guantes, corbatas, los fulares se hacen muchísimo y también los puños de las togas de los abogados. Antes todos se hacían a bolillo.
¿Conserva alguna otra habilidad?
Hago otras labores como las vainicas. He hecho un juego de sábanas para cada hijo. También mezclo la vainica con los bolillos. Además hago mantones para los nietos, aunque luego no se los ponen, porque ya no se llevan; pero la abuela ha cumplido con todos. También pinto. Todos los cuadros que hay en casa son míos.
Asimismo, organiza el encuentro de bolilleras del próximo domingo.
Sí, soy yo la que me he encargado de los preparativos. El año pasado y éste me han ayudado mucho mis hijos. No puedo tirar todo el tiempo de ellos y ya les he dicho que esta edición es la última, porque ya me encuentro muy mayor y necesito su ayuda para todo y hay que moverse mucho. Además, el año que viene la cita de Errenteria coincide el mismo día que la de Sangüesa, que es muy importante, y muchas bolilleras optarán por ir allí. Si quieren mantener este evento lo tendrá que coger otra asociación.
¿Los comercios se implican?
Los que pueden. Yo me encargo de ir pidiendo ayuda a los comercios: me dan caramelos, retales, vales de descuento, ramos de flores, plantas y pan para bocadillos. A cambio, anunciamos la colaboración de todas las firmas en el cartel, pero este año se les ha olvidado de poner a Errenkoalde, la asociación de comerciantes de Errenteria.
¿Cuándo comenzó con la organización de este evento?
Empiezo en febrero y ahora estoy a última hora con toda la casa revuelta, pero el domingo volverá todo a su sitio. Como vivo sola tengo toda la casa para mí. Este año además me está ayudando mucho una chica que viene a aprender vainicas. Pero a mí me gusta mucho organizar este encuentro, me da vida.
¿Cuál ha sido la parte más ardua o dificultosa?
Ha habido algunos problemas con los permisos. El Ayuntamiento me ha dado bastante tarde el consentimiento, así que las invitaciones se han mandado con retraso. Hay mucha gente que no se ha apuntado, no sé si es porque no hay dinero por la crisis o porque se han enterado tarde y ya tenían otros planes hechos. Además el año pasado tuvimos una muy mala experiencia, porque llovió y nos tuvimos que meter en los soportales y nadie quedó contento.
¿Cuántas encajeras se van a juntar en la plaza de Pontika?
Tengo apuntadas 160 adultas más ocho niñas. Las abuelas metemos a las niñas. Yo les he hecho unos bolillos con botellas de Coca-Cola para que anden allí enredando. Vienen dos mujeres de Cantabria y me ha hecho mucha ilusión. La mayoría vienen de Errenteria y de los pueblos de alrededor, Pasaia, Lezo, San Sebastián, Lasarte, Hernani, Irun, Azpeitia, Azkoitia, Getaria e incluso de Santurtzi.
¿Hay afición a las labores?
Ha habido mucha, pero ahora ha vuelto a bajar. Las gente joven ya no se apunta porque son trabajos que requieren mucho tiempo y esfuerzo y se está mejor en las cafeterías o haciendo baile, tai-chi o pilates. Yo las alabo, porque la casa es muy esclava, te come mucho. Las viejitas, como no tuvimos oportunidad de salir de casa, nos aficionamos a las labores.
¿Lleva mucho tiempo terminar las labores?
Mucho, hay algunas para los que he necesitado hasta dos años, pero no de continuo. Las suelo dejar y empezar otras faenas. Una labor un poco decente necesita por los menos unos 90 ó 100 bolillos.