aretxabaleta. ¿Cómo una chica que se declara apasionada del fútbol y que, además, lo ha practicado, ha acabado desfilando en la pasarela?
Suelo decir que he sido un poco mari-chico. He jugado a fútbol y lo sigo como aficionada. Pero la moda siempre me ha gustado aunque no me veía parte de ella. Mi ama siempre me decía: "Ainhoa, eres alta, ¿por qué no pruebas?". Hace unos cuatro años empecé a hacer algunas cosillas y me lo fui tomando en serio.
¿Le está resultando complicado abrirse camino en este mundo?
Yo no lo tengo como una profesión, estoy estudiando tercero de Psicología y el tema de la moda es como un hobby. Hago desfiles y sesiones de fotos, lo que me va saliendo. Me lo paso bien y disfruto mucho. Aunque realmente, si quieres dedicarte a ello, es difícil. Primero, te tienes que ir fuera de aquí si quieres hacerte hueco y esos son compromisos mayores, hay que hacer castings, empezar una vida nueva? Vives, además, de tu cuerpo, hay que cuidarse y te exigen estar delgada. Es sacrificado.
¿Se cuida mucho?
Me intento cuidar pero nada del otro mundo. Como normal, de forma saludable, y hago ejercicio todo lo que puedo. Me privo de los dulces, aunque tampoco los echo de menos. Prefiero un buen plato de pasta.
1,80 metros de estatura y unas medidas de escándalo (90-62-93). Con esta imagen, supongo que habrá sido la guapa "oficial" de su cuadrilla.
Para nada (se ríe). Hay muchas amigas que ligan más que yo y eso que soy muy extrovertida. Sí, soy alta, pero una más. Suelo decir que soy la pija de pueblo (vuelve a reírse).
¿Qué hace una guipuzcoana llevando la corona de Miss Álava?
Iba a presentarme a Miss Gipuzkoa -hace cuatro años quedó Dama de Honor- y a unas horas antes del casting me enteré de que no me podía presentar. Ninguna de las candidatas puede tener vínculos con la delegación y yo trabajaba como administradora en la empresa First Models, que es la agencia de Gipuzkoa. Así que como hoy en día no necesitas estar empadronada ni tener vínculos con la provincia a la que vayas a representar, por cercanía fui al certamen de Vitoria. Y he tenido suerte. Los alaveses no están muy contentos -sonríe-. Lo entiendo, pero ¿qué le voy a hacer?
Ahora, rumbo a Miss España. ¿Qué espera de este certamen? (también participará en Miss Euskadi).
Primero, vivir una gran experiencia, es una oportunidad que tengo y me hace ilusión. Este año, será una edición especial -aún no tiene fecha- porque se cumple el 50º aniversario del concurso. No aspiro a nada porque creo que es algo imposible. Para ganar creo que, a parte de un buen físico, hay que reunir una serie de factores a tu favor, por ejemplo, que ese día sea tu noche. Es difícil. Voy a pasármelo bien, a hacerlo lo mejor posible y a dar lo mejor de mí.
Pero el concurso puede ser un trampolín para abrirse nuevas puertas.
Aunque el certamen no tiene el mismo auge que antes, sí te puede abrir puertas, no sólo en el mundo de la moda, sino también en el de la comunicación. Hay que quedar muy bien para que realmente se fijen en ti.
¿Qué destaca de estos cuatro años?
Las grandes amigas que he hecho. La gente tiene la percepción de que se trata de un mundo frívolo, que hay droga, anorexia? Creo que hay de todo como en todos los sitios. He conocido a gente increíble, por ejemplo, a la Miss Euskadi del pasado año, Ane Mendizabal. Para mí es un mundo divertidísimo y muy agradecido. Cuando subes a la pasarela tienes que ser como una reina, tienes que sentir que estás luciendo la ropa. Y esa sensación me gusta porque yo, que tengo la autoestima baja, en ese momento hago que me quiero.
En estos tiempos de crisis, ¿la belleza es un negocio rentable?
No sé si es rentable, es otra puerta más abierta. Pero en el mundo de la moda también hay crisis. Los presupuestos son más bajos que antes y hay menos trabajo. Tengo amigas que vivían de la moda en Madrid y se han ido a ciudades más importantes como Milán o Nueva York.
¿Se ve viviendo de la moda?
Sería perfecto vivir de algo que me gusta y con lo que disfruto mucho. Pero es muy difícil, hay que tener mucha suerte.