Donostia. "El subterráneo es mortal. Las hendiduras del suelo son lo peor para los tacones de aguja". Son palabras de José Ramón, uno de los dos profesionales que se dedican a reparar calzado en el barrio de Egia. Su testimonio es revelador: "Iba yo un día por el pasadizo y llevaba una mujer detrás. Le oía que iba dando trompos: cataclán, can, can... Y decía para mí, ésta no llega al final del pasadizo... Y no llegó. Se le rompió el zapato cuando iba por la mitad. A los zapateros nos preguntan en plan de broma a ver si tenemos algo con Odón Elorza, si somos familiares suyos. El dibujo del subterráneo de Egia es directamente para dejarse el tacón. No está preparado para los tacones finos, se enganchan todos".

Según este profesional de la reparación del calzado, la rotura de flejes debido a la exigencia de frenarse al bajar las cuestas del barrio y la de tacones en el pasadizo de Egia son las dos cosas más específicas y peculiares de Egia". En este último caso, "hay gente que se va hasta los juzgados y prefiere dar toda la vuelta por evitar pasar por el subterráneo. Me lo dicen ellas, las mujeres. Es muy común. Vienen cabreadas. Les preguntas qué ha pasado y te dicen lo mismo: El puñetero pasadizo".

Pili añade que este paso subterráneo que conecta bajo las vías del tren el barrio de Egia con el Centro de Donostia es famoso por esto: "Lleva un montón de años igual, pero las modas cambian y las aceras no están preparadas para los tacones finos".

Egia no es un buen lugar para lucir tacón, según los dos profesionales que se dedican a la reparación de calzado en el barrio. "Y menos, con estas aceras hexagonales -los adoquines habituales de muchas zonas de Donostia-. Saltan las tapas, se rompen, se estropean", apunta Cándido. Aún así, desde las zapaterías Cándido (calle Egia) y Citores (calle Virgen del Carmen) coinciden en que estas peculiaridades no se traducen en más beneficios para los zapateros, que siempre van a ganar menos que en el Centro, donde los trabajos "son más limpios".

"Éste es un trabajo tan duro que no lo quieres para tus hijos, ya que necesitas muchas horas para sacar un jornal. Por eso, la desaparición poco a poco de los zapateros", apunta José Ramón. Cándido coincide en que "el trabajo ha bajado muchísimo. Si tenemos trabajo los zapateros es porque somos cuatro gatos".