Galardonado con el Premio Fernando Lara 2024 por su novela Cuando la tormenta pase, el escritor gallego Manel Loureiro (30 de diciembre de 1975, Pontevedra), vuelve con otro thriller de lo más intrigante. Su versatilidad narrativa se refleja en éxitos como El último pasajero (2011), Fulgor (2015) o Veinte (2017), una novela que se encuentra en proceso de adaptación cinematográfica a la gran pantalla.

Vivió en la isla de Ons durante cinco días para ambientar Cuando la tormenta pase. ¿Qué sintió a lo largo de su experiencia?

No me arrepiento, fue una experiencia muy interesante. Me gusta recorrer los mismos escenarios que los protagonistas de mis historias. Es una manera de captar lo intangible. Por otro lado, hay una frase que se dice mucho: “Ojalá me pudiese ir a una isla desierta”. Hay que tener cuidado con lo que se desea. Había momentos en los que llevaba muchas horas solo y sentía una necesidad, casi patológica, de hacer una llamada de teléfono simplemente por escuchar otra voz. La soledad es una cosa que si es autoimpuesta pero no es querida, es muy complicada de gestionar. Me habría llevado a alguien conmigo.

En algunas de sus obras anteriores ha explorado temas de supervivencia y apocalipsis. ¿Qué tienen estos que le llaman tanto la atención a la hora de elegirlos para sus tramas?

Lo más interesante de los seres humanos surge cuando los pones en situaciones extremas. Cuando tú planteas una situación extraordinaria a una persona ordinaria, ocasiona que su comportamiento sea muy revelador de su auténtica naturaleza. Me encantan las aristas y los matices de la naturaleza humana. Todos tenemos cuartos oscuros donde guardamos las cosas de nosotros mismos que no nos gustan. Hay gente que no es capaz de mantenerlo bien cerrado en situaciones de estrés. Ahí es cuando se abre y, o nos aterra o nos fascina. Por eso me gustan tanto ese tipo de historias.

¿Hay algún mensaje o reflexión que busca que guarden los lectores? 

Al final el que persevera gana. Por muchas que sean las dificultades, por muy potente que sea la tormenta que se desata sobre nosotros, como le pasa al protagonista, hay que ser capaz de adaptarse y de ser flexible. Creo que es una poderosa lección de vida. Aparte, no dejarse llevar por el desánimo, sino tener resiliencia. No importa las veces que te caigas, hay que aguantar y levantarse.

¿Tiene algún ritual o rutina específica a la hora de escribir? 

Tengo manías de escritor, las confesables y las inconfesables. Las últimas no las voy a contar porque no quiero que se piense que estoy zumbado. Por ejemplo, cambio de teclado cada vez que empiezo un nuevo libro. Aparte, se borran las letras y veo cuáles son las que más he usado. Los guardo todos y sé qué libro he escrito con cada uno de ellos. Otra manía absurda es que cada vez que termino de escribir en un día de trabajo, la última palabra tiene que terminar con la letra a. 

¿Se esperaba que Cuando la tormenta pase sería galardonada con el Premio Fernando Lara 2024? 

No te lo esperas, cuando empiezas a escribir un libro no sabes lo que va a pasar. Hay más dudas que certezas, muchas más. No sabes si vas a ser capaz de llevar la historia hasta el final o si vas a conseguir que resuene, y mucho menos, que va acabar siendo premiada. Fue un regalo absolutamente inesperado que me hace sentir extraordinariamente orgulloso.

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De cara al futuro, ¿hay algún género que aún no haya explorado y le gustaría abordar?

Me encantaría poder escribir una novela histórica. Como lector a mí me flipa. Hay una buena novela histórica y una mala. La primera es la que está muy bien estudiada, trabajada, en la que antes de escribir se ha hecho un trabajo de documentación brutal. La mala es esta en la que te cuentan una historia de hoy en día, pero ambientada en cualquier época. Me da mucho vértigo porque sé que voy a tener que dedicar dos o tres años de mi vida a escribirla. No digo que no lo vaya a hacer en un futuro, pero me parece una montaña muy complicada ahora mismo.