Ainara López o Ainaralo para los amigos (Donostia, 1978), es una buena amiga y una buenísima comunicadora. De hecho, me atrevo a decir que es una de las comunicadoras más influyentes de Donostia y alrededores y ha sabido granjearse un gran respeto tanto en las redes en las que publica sus recetas con una regularidad y una formalidad encomiables, como de manera personal, ya que lejos de quedarse en casa pegada al ordenador, participa activamente en cuantos foros, quedadas, presentaciones, y eventos gastronómicos se precien, que no son pocos en nuestro entorno.
Lo que diferencia a Ainara de tantos influencers y personajes de pacotilla que pueblan las redes, es que ella es, por una parte, cocinera, y de las buenas, y por otra, que tiene criterio gastronómico. Y es que Ainara emplea cada céntimo que gana trabajando en viajar y conocer restaurantes, y cuando digo viajar, me refiero a realizar viajes gastronómicos, ya sea a esa Francia que le encandila especialmente como a cualquier lugar del mundo al que se lo permita su presupuesto. Además, no solo viaja y disfruta, sino que comparte sus descubrimientos con todo su elenco de seguidores que llega a la friolera de más de 108.000 en su Instagram, red en la que presenta de manera modélica, ordenada y envidiable cientos de recetas, desde las más sofisticadas hasta, principalmente, las más populares y fáciles de realizar, mostrándolas además con una claridad digna de elogio.
Otra de las características de Ainara es que es todo un carácter. Como he apostillado más arriba, es persona de gran criterio, por lo tanto, defiende firmemente sus convicciones, como me lo acaba de demostrar enviándome, junto con su colaboración mensual a mi revista Ondojan.com, esta reflexión en la que con la excusa de ofrecer este mes la receta de una hamburguesa de bonito, aprovecha para dejar clara su opinión acerca de mis artículos y exabruptos sobre el mundo de las hamburguesas.
Me encanta la gente con criterio que no se calla. Me considero uno de ellos. Y me encanta que me critiquen, siempre que lo hagan con argumentos. Y Ainara me pone en mi sitio con un texto que no solo he publicado muy gustosamente en el ejemplar de octubre de Ondojan.com, sino que, considero, es de justicia publicarlo aquí, ya que en esta sección, Gastroleku, también he soltado buenas andanadas contra mi apreciado mundo de la carne picada entre pan.
Vayan aquí, por lo tanto, las palabras de Ainara, con mi recomendación a todos los lectores y lectoras de que si todavía no la siguen, empiecen a hacerlo a la mayor brevedad posible. No se arrepentirán.
'Hamburguesa de bonito' por Ainara Lo
“Es curiosa la historia, la cultura y sus paralelismos. Es curioso el ser humano cuando pone la cercanía o lejanía con una frontera imaginaria donde comprende la legalidad, la autenticidad o lo comúnmente dicho “lo de toda la vida”. Es como cuando cuentas aquella historieta que te pasó hace ni sabes cuánto pero fue “el otro día”. Así comprende también este paralelismo en la cultura de lo gastronómico, de lo del zampar y disfrutar.
Creemos muchas veces preservar lo auténtico y tradicional como si hubiera el Homo Sapiens nacido con ello como marca de identidad, y eso amigos no es así. Esa tortilla de patatas que abrazas como seña de identidad de tu país no hubiera sido posible sin haber traído las patatas desde el continente americano. Ese gazpacho ni lo olerías si esos tomates no hubieran traspasado mares y oleajes para llegar hasta nuestro antiguo continente. Por no hablar de la paella. No me atreveré a meterme en ese jardín, pero si hace 10.000 años en Asia no hubieran domesticado esa maravilla hecha grano, imposible poder degustarla, imposible entrar en cómo nombrarla, cocinarla o comerla.
Y es que si lo piensas bien, nada es de toda la vida o quizás deberíamos plantearnos dónde poner esa frontera imaginaria y si lleva bandera o no. Quizás la cultura es como ese ser vivo que evoluciona y se adapta. Quizás deberíamos dar las gracias de poder degustar mil manjares, de habernos nutrido de otros continentes, otras culturas y que nadie en ese momento estuviera con el dedo inquisidor para decirte que eso corrompe tu cultura y gastronomía. La historia se escribe blanco sobre negro pero se vive día a día adaptándose, contagiándose y nutriéndose. Por eso hoy os traigo una hamburguesa de bonito. Mi abuela María la hubiera llamado filete ruso que es como llamaba ella a las hamburguesas de carne, de esas que quizás algún día serán de toda la vida”.
(Receta de la hamburguesa disponible en el ejemplar de octubre de Ondojan.com y en la cuenta de Instagram @ainaralo).