Totalmente a espaldas de la ciudadanía y la opinión pública, como sucede habitualmente, se está dando en el mundo una cruel guerra en la que poderosos sectores económicos pretenden, sin ningún rubor, acabar con el consumo de carne que ha centrado la alimentación humana durante siglos implantando alimentos sintéticos fabricados en factorías en las que impresoras digitales clonan filetes de “carne” y “pescado” artificial elaborando toneladas de ellos al día.

Esto, que puede sonar apocalíptico o conspiranoico, puede encontrarse en Internet si nos molestamos un mínimo y salimos de nuestras inocuas webs de confort o de las plataformas de contenidos deportivos, cinematográficos o pornográficos. Y veremos que hay empresas como Impossible Foods, participadas nada menos que por multinacionales como Burger King o capitales como el de Bill Gates, cuyo objetivo es imponer a nivel mundial la carne sintética. También veremos que Israel es uno de los países que más ha apostado por crear factorías de última generación que imprimen masivamente esta carne en la que no hay ni un miligramo de proteína animal.

No es casualidad que este movimiento económico se haya visto reforzado globalmente por discursos veganistas y animalistas apoyados a bombo y platillo por los medios, que con una apariencia humanitaria o healthy calan en la población, mientras el sector ganadero y agricultor es castigado económicamente y sometido a una situación ahogante que hace peligrar su subsistencia. Consumir carne de verdad será en breve una forma de resistencia… si no se prohíbe. Al tiempo.