[Gastroleku] Hermanos Mata Pérez Pura efervescencia
Los jóvenes responsables de Bodegas Aimarez, de Labastida, se encuentran inmersos en las labores de vendimia y auguran una buena añada para este 2022-2023.
La efervescencia, la chispa, la “txinparta” natural es lo que distingue a los tintos de maceración carbónica, ese proceso tan específico de Rioja Alavesa que se impuso en su día por necesidad y economía de medios, y a día de hoy ha sido retomado por jóvenes bodegueros que apuestan por una viticultura más sostenible y natural, y que han sabido empapar con su filosofía al consumidor, cansado de los vinos de guarda y ávido de caldos con frescura, con fruta, con “punch”.
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Y chispa no falta a los hermanos Aitor e Iñaki Mata Pérez, responsables actuales de Bodegas Aimarez, antes conocidas como Bodegas el Otero, pequeña empresa familiar de Labastida fundada por su tatarabuelo, Tomás, y de la que se hicieron cargo en 2014 impulsados por las consecuencias de la crisis de 2008. “Hasta que nos hicimos con la bodega, nuestra familia se había limitado a cultivar la viña y vender la uva a otras bodegas, algunas de ellas muy buenas, pero nosotros decidimos sacar nuestra propia marca de vino y aunque una parte de nuestra producción de uva seguimos vendiéndola a terceros, cada vez se vende más nuestro propio vino, algo de lo que estamos orgullosos”, comenta satisfecho Iñaki.
Uno de los principales secretos del éxito de este vino, Aimarez, vocablo obtenido de la unión un tanto peculiar de las iniciales y primeras y últimas sílabas de sus nombres y apellidos, ha sido el hacer caso a sus predecesores. Ambos hermanos lo tienen muy claro: “El que más nos ha enseñado de viticultura es nuestro abuelo, Félix Pérez Ciriza, que ha dedicado toda su vida al campo y que a sus 96 años todavía nos sigue dando consejos, principalmente, como dice él, no tener envidia de nadie y ser felices, tener buen humor. Nuestros padres también nos han ayudado mucho y, al final, tratamos de hacer lo que han hecho ellos, que es cuidar sobre todo el trabajo del campo. La viña te da lo que recibe, y si la cuidas, te responde de la misma manera”, afirman al unísono.
Precisamente, esta cosecha está demostrando que la filosofía de estos hermanos es la correcta; de hecho, a pesar de su experiencia, los Mata están sorprendidos de lo dura y fuerte que es la viña. “Ha sido un año complicado porque ha hecho mucho calor. Aquí, en Labastida, concretamente, no ha llovido desde sanjuanes”, nos comenta Aitor. “Durante el verano el grano estaba medio mermado y nos temíamos un mal año, pero a partir del 16 de agosto, entre que el día se ha acortado refrescando ligeramente, y el rocío de la mañana ha aportado humedad, la uva ha mejorado y está en un momento excelente. Creemos que va a ser una añada muy buena”, afirman ambos hermanos, que en el momento de entrevistarles, el pasado viernes 16, planeaban empezar la vendimia al día siguiente y volcarse en ella las dos siguientes semanas.
Otro cantar es la situación económica general: “Venimos de unos años difíciles y, ahora, después de todas las trabas que hemos tenido, todavía nos están desestabilizando más. Primero nos dijeron que en abril se iban a solventar los problemas, luego, que después del verano… Hemos tenido que traer botellas de Portugal al contado, la calle está muy peleada porque todo el mundo tiene stock almacenado y está muy complicado vender… Nos están alimentando con que viene otro golpe en invierno… Todo está muy alterado y creemos, al contrario, que hay que lanzar mensajes positivos. El sol sigue saliendo todos los días para todos y seguimos siendo una sociedad de salir, así que no tenemos que quedarnos en casa”.
De eso saben mucho los Mata, que se encargan ellos mismos de las labores de campo y de la comercialización del vino. “En la pandemia nos encargamos de llevar el vino a los clientes hasta sus casas, y lo seguimos distribuyendo nosotros mismos en los bares de Araba, Gipuzkoa, Bizkaia… Hacemos cientos de kilómetros a la semana e invertimos horas incontables, pero ese trabajo se ve, la gente lo valora y lo agradece”, exclama Iñaki, corroborado por Aitor, que remata convencido: “Somos pequeños, para lo bueno y para lo malo, y a pesar de la pandemia seguimos teniendo ilusión por lo que hacemos. Ese es nuestro secreto… ese, y ser fuertes en nuestra filosofía personal, luchar por nuestra marca, porque si nos tenemos que levantar cada día mirando a ver qué dice Rioja o qué dice Viñedos de Álava no avanzamos. En el fondo, cada bodega somos un pequeño consejo regulador”. l
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