Ganar, volver a ganar y seguir ganando. Es la dinámica del Bayern Múnich, probablemente el equipo más en forma del planeta, que está esculpiendo momentos para la historia del fútbol. El conjunto alemán es una apisonadora. Una máquina perfecta hasta el momento. Una creación implacable. La plantilla posee una idea común: ganar es el epílogo de cualquier partido. Sin perdón. Hasta la fecha ha rubricado un inicio demoledor, algo jamás acontecido en la historia de las cinco grandes ligas: 15 partidos consecutivos ganados en el comienzo de una temporada, sin paréntesis. Sin excepción. Sin concesión.
En la penúltima jornada de la Bundesliga goleó al Colonia (4-1) y rompió el récord que atesoraba el Milan de Fabio Capello de la campaña 1992-93, que congeló la marca en 13 triunfos seguidos. En la última jornada liguera El Bayern elevó el registro a la cifra redonda de 15 victorias. Atila viste de corto, es alemán y juega al fútbol. El Bayern arrasa por donde pisa. La última celebración se ha producido ante el Bayer Leverkusen, el club que bajo la dirección de Xabi Alonso quebró la jerarquía del Bayern, la mayor racha histórica de las cinco grandes ligas del Viejo Continente: 11 títulos de liga consecutivos (2012-2023).
Los discípulos de Vincent Kompany vencieron por 3-0 al Leverkusen con una alineación que daba descanso a estrellas como Harry Kane, Luis Díaz o Michael Olise. Se imponían con solvencia a un rival que encadenaba siete partidos sin perder –desde que lo hiciera en la primera jornada– y con tres goles en la primera parte. Fue la reafirmación de que algo se estaba gestando en aquel comienzo de la Bundesliga, cuando el Bayern arrancó el campeonato con contundencia: 6-0 al Leipzig en la jornada inaugural. No fue un destello, sino una declaración de intenciones. Desde entonces, cada partido es la confirmación que el Bayern ha ensamblado un bloque sólido, con profundidad de plantilla, automatismos exitosos y una mentalidad que proyecta ambición.
En liga computa nueve triunfos –es líder con 5 puntos de ventaja precisamente sobre el Leipzig– a los que hay que sumar tres victorias en la Champions League –Chelsea (3-1), Pafos (1-5) y Brujas (4-0)–, dos en la Copa y una en la Supercopa de Alemania, que significó el primer título del curso. “No es casualidad, esto es trabajo y disciplina. Aquí todos sabemos lo que significa vestir esta camiseta”, manifiesta Joshua Kimmich, capitán por detrás de un Manuel Neuer que a sus 39 años permanece como titular bajo palos.
Harry Kane, símbolo del gol
Harry Kane es el símbolo del gol. El delantero inglés, máximo artillero de Alemania, suma 22 tantos y 3 asistencias en 15 partidos. Pero en la relación de goleadores de la Bundesliga aparecen cuatro jugadores del Bayern entre los diez mayores realizadores: Kane (12), Díaz (5), Serge Gnabry (4) y Olise (4). La rápida adaptación del recién llegado Díaz es un motivo de alegría. Suma 8 goles y 5 asistencias. Aunque la producción ofensiva en general es asombrosa: 52 goles en 15 encuentros entre todas las competiciones. Por contra, el plantel solo ha encajado 10 tantos.
La superioridad bávara no la sostiene solo con los pilares del talento, sino que se apoya en la estructura. Kompany es el hilo conductor de los éxitos. Ha demostrado que el equipo no depende de once nombres fijos. La capacidad de rotar sin perder intensidad ni eficacia es una de las grandes virtudes que explican la racha de este temible Bayern. Porque cabe recordar que dos de sus figuras más destacadas aún no han comparecido por lesión: Alphonso Davies, a quien pretendió el Real Madrid, y Jamal Musiala, el talento que lidera a una generación en Alemania. El lateral izquierdo sufrió en marzo una rotura de ligamento cruzado en la rodilla derecha y el interior o mediapunta padeció en agosto una fractura de peroné y luxación de tobillo de la pierna izquierda.
Un gasto austero en refuerzos
Esta trayectoria triunfal coincide además con una gestión marcada por la austeridad. El Bayern invirtió 89 millones de euros en refuerzos el pasado verano –destaca la llegada de Luis Díaz procedente del Liverpool por 70 millones–, pero por otra parte ingresó 99 millones en traspasos o cesiones. Entre las salidas sobresalen las de Mathys Tel –35 millones con destino el Tottenham–, Kingsley Coman –25 millones al Al-Nassr– o Leroy Sané –con la carta de libertad al Galatasaray–. "No gastamos más de lo que ingresamos; esta actitud forma parte de nuestra filosofía y nos seguirá guiando durante los próximos años", expresó el presidente del consejo de administración del club, Jan-Christian Dreesen.
Todo esto sucede después de un tiempo no tan lejano plagado de dudas. La llegada de Kompany al banquillo en mayo de 2024 suscitó mucho debate. El exinternacional belga, elegido mejor jugador de la Premier League en 2012 siendo central del Manchester City, contaba con una breve experiencia y a un nivel cuestionable: solo había dirigido al Anderlecht y al Burnley. Con el club belga no alcanzó títulos y con el conjunto inglés firmó el ascenso a la primera división tras proclamarse campeón de la Championship League, pero el curso siguiente consumó el descenso. Tras el varapalo, de inmediato fue fichado por el gigante alemán.
El equilibrio aportado por un Kompany que llegó con dudas
Kompany recaló en un Bayern que había visto cortada la mayor racha de la historia en las cinco grandes ligas europeas. El técnico belga llegaba por la tanto con una clara misión: devolver al Bayern a la senda del éxito en Alemania, lo cual logró en su primera campaña; en la 2024-25, el club bávaro volvió a conquistar la liga. Y esta temporada todo apunta a que se reencontrará con la gloria. Kompany, que hace días renovó su contrato hasta 2029, ha afianzado un equilibrio entre el rigor táctico y la libertad creativa. El bloque presiona sincronizado, ataca con amplitud y maneja los tiempos de los partidos con madurez, todo ello aderezado con un punto de verticalidad ofensiva que lo hace imprevisible. Pero quizá por encima del resto de virtudes aparezca el hambre que transmite el equipo. Esa ambición indispensable para cosechar nuevos éxitos. Kompany ha devuelto a la actualidad esa vetusta idea de la perfección del fútbol alemán.
El Bayern se presenta ahora ante el reto de dar continuidad a un récord deslumbrante. “Las victorias son una consecuencia, no un objetivo. Nuestro reto es seguir siendo consistentes cuando llegue la dificultad”, advirtió Kompany. El futuro es desde luego prometedor, pero el próximo rival será una prueba de fuego: el Paris Saint-Germain, vigente campeón de Europa y líder provisional en la Champions League. Los de Luis Enrique pondrán a prueba la ingeniería alemana, la máquina de ganar.