Historia contra presupuesto, Inglaterra contra Italia y Guardiola contra su eterna obligación. Manchester City e Inter de Milán se medirán hoy (21.00 horas, La 1/Movistar Liga de Campeones) en una final inédita de la Liga de Campeones y en la que los ingleses deben batallar con un favoritismo, la gloria del triplete y la posibilidad de derribar la mayor barrera mental de su historia; mientras que los milaneses aparecen con el papel de arruinar la fiesta de los Sky Blues y encomendados a revitalizar el fútbol italiano con un título tan inesperado como brillante.

“A historia nos ganan”, sopesó Guardiola, consciente de la inferioridad en los libros de su equipo frente a un tres veces campeón de la competición, pero advirtió también: “La historia no juega”. Bien lo sabe después de haber eliminado al Real Madrid y cerrar su herida del año pasado. Vencer a los blancos terminó con muchas de las dudas que rodeaban al club y supuso una final anticipada que ahora tendrán que rubricar en Estambul. La que puede ser una de las finales más decantadas a priori de las últimas décadas es el último obstáculo de un City que ha ganado Premier League y FA Cup y opta a convertirse en el segundo inglés en conquistar los tres grandes títulos la misma temporada.

Esta responsabilidad puede pesar en las piernas de los jugadores del City, donde no hay ningún ganador de la competición, pero esa inexperiencia la cubre el talento y la calidad pura de los Kevin de Bruyne, Erling Haaland, Jack Grealish e Ilkay Gundogan. Es el partido que define una generación que arrancó en 2008 con la compra de Emiratos Árabes Unidos y que culmina en la misma temporada que el club ha sido acusado por la Premier de 115 irregularidades financieras, un lunar que conviene no olvidar al mencionar los éxitos del Manchester City, siempre bajo la sombra del dopaje financiero.

Trece años después de su última final de Liga de Campeones, aquella que levantó con José Mourinho como entrenador en 2010, año del mítico triplete que esta temporada quiere rubricar el City, el Inter de Milán vuelve a soñar con tocar el cielo con la cuarta Champions de su historia, esa de la que sólo le separa la trituradora de Mánchester, una máquina casi perfecta de fútbol, ávida de su primera orejona en un partido en el que es claramente favorita para alzar el título.

Pero al Inter no le preocupa no ser favorito. Es más, se siente cómodo en esta posición en la que nadie apuesta por él. Es una manera de jugar con menos presión y de mantener las opciones de dar una sorpresa, aunque para hacer tambalear al equipo de Guardiola tendrá que ser impecable en todo lo que haga y en todas sus líneas.