Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Vista de la Bahía de Pasaia y del monte Jaizkibel, desde el monte Ulia.
Oarsoaldea
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Caminantes por el monte Jaizkibel.
Redacción DNN
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Vista del bosque blanco de Larra en el Valle de Roncal.
Javier Bergasa
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Vista del cordal montañoso de Karakate.
Jabi Leon
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Balcón costero en el monte Jaizkibel.
Redacción DNN
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Vista del monte Jaizkibel.
Cedida
Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.
Vistas de la playa de Meñakoz.
Olga Sáez
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Vistas desde la cima del monte Jaizkibel.
Iker Azurmendi
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El monte Adarra al fondo.
Aitor Ventureira
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Vista del monte Adarra.
Redacción NDG
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Montañeros haciendo cima en el monte Adarra.
Redacción NDG
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Personas brindando en el monte Adarra.
Aitor Ganzarain
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El monte Jaizkibel.
Europa Press
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Vista del cielo con nubes sobre el monte Jaizkibel.
Javier Etxezarreta
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Mientras recorremos las verdes montañas y costas abruptas de Euskal Herria, encontramos vestigios de un pasado vibrante en el que el magma brotaba desde las entrañas de la tierra, moldeando paisajes que a día de hoy nos maravillan. Nuestros territorios, en los que ahora reina la calma y no existe riesgo de erupción, fueron testigos de ríos de lava y océanos hirvientes.