¿Cuáles están siendo los efectos de esta pandemia sobre la salud mental?

El impacto que la pandemia y el confinamiento han tenido no es uniforme. Depende de muchos y diversos factores: edad, situación económica, vivienda, necesidades básicas, fallecimiento de seres queridos, aislamiento por contagios, haber pasado la enfermedad con síntomas más graves o menos graves. No obstante, y a nivel general, el bienestar mental se está viendo gravemente afectado y son muchos sus efectos psicológicos, de los que no se habla o se habla muy poco, como son la ansiedad, la depresión, el estrés, el miedo, las fobias, el aislamiento, problemas de familia y de pareja, cansancio, desmotivación, etc.

Unicef ha alertado de que uno de cada siete menores en el mundo sufre problemas de salud mental y hay voces que están solicitando que acudir al psicólogo sea un derecho.

Junto a esta cifra hay que decir que el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en los jóvenes del Estado. La salud mental es la gran olvidada y más, aún, en la infancia y en la adolescencia.

¿Cómo debería el sistema público afrontar la atención de la salud mental en niños y jóvenes?

Es necesario dar una respuesta de manera urgente y poner el foco en la salud mental de la infancia y adolescencia, dotando al sistema de más recursos, para identificar y prevenir tempranamente estos problemas. La prevención es la manera de evitar el desarrollo de futuras patologías más graves y/o la cronificación de enfermedades emergentes en edades muy tempranas.

¿Qué problemas puede acarrear a los jóvenes disminuir las relaciones sociales?

La juventud ha cambiado la forma de relacionarse, pero se siguen manteniendo las relaciones sociales. Si antes de la pandemia y el confinamiento las redes sociales eran una forma importante de mantener contacto entre la gente joven, durante muchos meses ha sido la única forma de relacionarse. No obstante, también vemos grupos de jóvenes relacionándose en la calle; es evidente que tienen ganas de estar juntos, de verse, y tocarse. Necesitan, necesitamos, tener contacto. Debido a las restricciones que ha acarreado la pandemia, los adolescentes me dicen en consulta que les han robado un momento muy importante de su vida, su primera gaupasa, su primer concierto en fiestas, su 18 cumpleaños. Todo ello unido a la imperante exigencia de cumplir unas normas muy restrictivas. Y con la consiguiente culpabilización en caso de saltarse dichas normas. Me he encontrado con chavales que tienen miedo a salir de casa, y que dentro de su casa también se aislan del resto de la familia.

¿Puede que los problemas mentales hayan aumentado a raíz de la pandemia en los más jóvenes, o antes también existían, pero había cierto temor a mostrarlos?

Los grupos de población más afectados por esta pandemia, según los expertos, han sido las mujeres y los jóvenes. Lo hemos vemos en la consulta. Nos llegan casos de adolescentes con un diagnóstico de problemas de conducta que, a su vez, esconde problemas de depresión, ansiedad y una gran angustia. Muchos de los problemas ya venían afectando a la infancia, pero el covid-19 los ha acentuado y ha hecho que se hagan más visibles.

A muchas personas les está costando retomar la vida social y la actividad previa a la pandemia. ¿Qué recomendaría?

El estar en casa no nos ha hecho más pasivos, nos ha cansado. Solo el hecho de bajar el número de pasos diarios durante un tiempo, produce deterioro en los músculos y en los huesos y hace que estemos cansados sin hacer nada. Al retomar la actividad previa a la pandemia, es normal que nos sintamos agotados y abrumados. Ante esta situación, recomiendo dejar el sofá, desconectar de todas las pantallas y animarse a dar paseos, que cada día pueden ser más largos, por sitios diferentes, con la motivación de conocer sitios nuevo y, sobre todo, quedar con amigos.