Uno de los grandes escollos a los que se enfrenta la sanidad pública es la falta de personal sanitario, una crisis que amenaza con desbocar un sistema ya de por sí presionado. La atención primaria, que es la puerta principal de entrada al sistema sanitario, es probablemente uno de los eslabones que más refuerzo necesitan, especialmente en la incorporación de médicos de familia y de enfermeras

A principios de este mes de noviembre, el Consejo General de Enfermería (CGE) publicó los resultados del 'Estudio sobre el impacto de la presión asistencial en la profesión enfermera' en el que quedaba patente el malestar de este gremio. Según las principales conclusiones, el 95% de las enfermeras considera que tiene un volumen de trabajo alto o excesivo y un 88,3% reconoce que esta presión asistencial le afecta psicológicamente mucho o bastante. Desde el CGE insisten en que estos datos van de la mano con las cifras que se presentaron hace unas semanas que indicaban la falta de 123.000 enfermeras para lograr llegar a las ratios europeas y así poder atender de forma óptima a los pacientes.

El 95% de las enfermeras considera que tiene un volumen de trabajo alto o excesivo y un 88,3% reconoce que esta presión asistencial le afecta psicológicamente mucho o bastante.

El déficit de médicos de familia   

La medicina familiar y comunitaria enfrenta un desafío similar. España sufre un déficit de 4.500 médicos de familia según un informe encargado por el Ministerio de Sanidad. Esta carencia se agrava en áreas rurales y durante los periodos vacacionales. En Euskadi, un 10% de las plazas de medicina de familia y pediatría están sin cubrir, con 186 vacantes a comienzos de 2024.  

Osakidetza publicó en enero en el BOPV una resolución en la que declara que 52 especialidades médicas son “deficitarias”. Pexels

Las medidas tomadas hasta ahora, como aumentar plazas MIR y retrasar jubilaciones con incentivos económicos, han tenido un impacto limitado. La sobrecarga asistencial y la falta de incentivos no monetarios han podido quitar atractivo a esta especialidad para los médicos jóvenes. Además, la media de edad del personal médico en España es de 50 años, y el colectivo de médicos que trabaja en Osakidetza es uno de los más envejecidos del Estado, lo que anticipa un elevado número de jubilaciones en los próximos años, agravando aún más la escasez.   

En Euskadi, Osakidetza ha iniciado medidas como la contratación de personal de fuera de la Unión Europea para que puedan inscribirse en los procesos de selección. De esta manera, con el fin de poder atraer a profesionales extracomunitarios, exime del requisito de nacionalidad a los aspirantes que se presenten a los procesos para cubrir estas plazas. 

El Servicio Vasco de Salud publicó a principios de año en el Boletín Oficial del País Vasco una resolución en la que declaraba que 52 especialidades médicas son “deficitarias”, es decir, no encuentra personal para cubrir las vacantes por la falta de candidatos. 

Las especialidades consideradas deficitarias incluyen Alergología, Anatomía Patológica, Anestesiología y Reanimación, Angiología y Cirugía Vascular, Aparato Digestivo, Cardiología, Cardiovascular, Cirugía General y Aparato Digestivo, Cirugía Oral y Maxilofacial, Cirugía Ortopédica y Traumatología, Cirugía Pediátrica, Cirugía Plástica y Cirugía Torácica. Además, incluye otras tres categorías de enfermería con carencia de profesionales.


Sin embargo, estas contrataciones son temporales y no solucionan el problema estructural.  La escasez de profesionales ha generado una competencia feroz entre comunidades autónomas. Euskadi, con uno de los salarios médicos más altos del país, compite con regiones como Madrid, que ofrece incentivos de hasta 500 euros al mes para plazas de difícil cobertura. Sin embargo, estas medidas económicas no son suficientes para atraer y retener profesionales en el largo plazo. El atractivo de la Medicina de Familia también se ha visto comprometido por la contratación de médicos sin especialidad para cubrir vacantes.  

Propuestas para enfrentar la crisis  

Entre las propuestas que se reclaman en diferentes niveles para enfrentar la crisis de la falta de personal médico se encuentra una reforma laboral y formativa; en el caso de las enfermeras, esto implica estabilizar los contratos y desarrollar una carrera profesional atractiva. Así se deduce del Informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) 2024, en el que se señala que las causas de esta falta de enfermeras son “unas condiciones laborales precarias y una falta de desarrollo profesional que han provocado episodios de elevada migración internacional y abandono de la profesión”.

Para los médicos, la reforma del sistema de Formación Médica Especializada (FME) debe ser una prioridad, tal como afirma la Sección Nacional de Médicos Tutores y Docentes y la Sección Nacional de Médicos Jóvenes y Promoción de Empleo del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM). Reducir las horas de guardia, mejorar las remuneraciones y flexibilizar la formación —ya sea produciendo médicos a nivel nacional o permitiendo la homologación de títulos extranjeros— se encuentran entre las medidas. Por otro lado, la digitalización y la telemedicina son herramientas que pueden aliviar la carga asistencial y optimizar los recursos. Además, es necesario un sistema de evaluación periódica para garantizar la calidad de la formación y la práctica médica.